Pues esta es la pregunta que me hago a principios de año, aunque tengo mi respuesta. La de otras muchas también pero tengo una mirada desenfocada. Lo confieso. Es inevitable que, cuando te empeñas en ver a las personas, otras cosas pasen a segundo plano. Y este es mi pecado capital. Tenía interés, hace tiempo, por lo que ocurría en política en mi país. Ya no es así.
Ahora estoy empeñado en lo importante. En intentar descubrir que es aquello que es, y que no es. Es un ejercicio diario. Que se aleja cada vez más de lo que dicen aquellos que tienen la responsabilidad de procurar el bienestar, porque para ello han sido elegidos. Aunque es verdad que algunos y algunas lo intentan, están cada vez más solos.
La realidad es abrumadora. Hay familias enteras que están pasando un auténtico calvario. A pesar de ello la capacidad de aguante que tenemos, está consiguiendo que soportemos impasibles lo que ocurre a nuestro alrededor.
Pero creo que va siendo hora de hacer entender que lo que nos importa no es el déficit o lo que digan los mercados. Lo que nos importan son las personas. Y no estamos dispuestos a que en esta guerra encubierta caigan cada vez más, como víctimas colaterales.
Por eso pido para este año menos marketing político y más compromiso. Aunque solo sea porque quienes no están sanos, difícilmente podrán consumir.
Consulten por favor a los que trabajamos en la Salud, eso que era el orgullo de este país y que ahora se está subastando a cachitos. No lo digo yo. Basta con leer The Lancet, que antes ensalzaba nuestro Sistema Nacional de Salud y ahora muestra su preocupación con el deterioro que está sufriendo.
Sanear las arcas del país no se puede conseguir enfermando a quienes viven en él.
Leocadio Martín Borges Psicólogo
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