¡Qué bien sienta reírse en el cine! Y más cuando has escogido la película por ese motivo. Es lo que me pasó a mí cuando delante de la taquilla no terminaba de decidirme y opté por pasar un buen rato y, como se suele decir, echarme unas risas. Y así fue. Elegí la película española Tres bodas de más, de Javier Ruiz Caldera, y sí que me reí.
Se trata de un filme muy divertido, con golpes en los que no puedes evitar soltar la carcajada (de esas que se oyen en todo la sala). Tres bodas de más narra la historia de Ruth, una joven bióloga cuya vida amorosa no va por muy buen camino y que, para colmo, en el mismo día de la crisis recibe tres invitaciones de boda: las de sus tres exnovios. Pobrecita, ¿verdad? Pues sí. Y esto no es más que el principio. A partir de ahí, se sucede una serie de situaciones cómicas muy bien entramadas con otras más salvajes y tiernas. Todas conviven con diálogos llenos de gags y frases ingeniosas.
La protagonista es una maravillosa Inma Cuesta (nominada a los Goya por esta película), que lleva el peso de la historia de forma brillante y a la que se le coge un cariño especial desde la primera escena del filme. Sobre Cuesta hay poco que decir, pues es, sin duda, uno de los mejores valores del cine español en este momento. Actriz de muchos registros, aparece en otras comedias como Primos o en papeles mucho más dramáticos como La voz dormida, de Benito Zambrano, que le valió su primera nominación a los Goya.
Pero no nos engañemos, que no vamos a ver nada que no hayamos visto en otras pelis: una protagonista patosa de gran corazón; el príncipe azul (en este caso cirujano plástico), que ni es príncipe ni es azul; la jefa borde, que se aprovecha de ella; el amigo y paño de lágrimas, que cree en ella (aquí es un becario de su trabajo); una madre dominante…, y la lista sigue y sigue. Pero aún así, aun siendo los típicos prototipos de la comedia, no dejan de sorprender gracias a un guión bien elaborado que ha supuesto a sus autores, Pablo Alén y Breixo Corral, la nominación al Goya al mejor guión original.
Mención especial hay que hacer de sus tres exnovios, empezando por Paco León, con acento vasco, logradísimo, y Berto Romero, nominado al Goya al mejor actor revelación. Ah, y el tercero de la lista es Laura Sánchez, sí, sí, no me he equivocado. El tercer novio ahora es una mujer, así que, si ya es bastante humillación que tu ex te invite a la boda, imagínate si éste se ha cambiado el sexo… Vuelvo a repetir, pobrecita: ¿verdad?
La parte más flojita de la película corre a cargo de los dos chicos de la peli, Quim Gutiérrez, como Jonás, el cirujano, y Martín Rivas, como Dani, el becario. El primero no da la talla. Es un buen actor, y ya comenté en otra crítica que tiene un Goya por su magnífica actuación en Azuloscurocasinegro y que borda las comedias, pero aquí es un quiero y no puedo. No termina de hacerse con el papel. Y Rivas, por su parte, será muy lindín, y todo lo que quieran, pero, si me lo permiten, le falta un hervor y muchas tablas, una lástima porque su papel es realmente encantador.
Así que ya saben, si les apetece reírse y pasar un buen rato, no lo duden, véanla. No le envidia nada a pelis como Bridget Jones o La boda de mi mejor amiga, a las que puede recordar en alguna ocasión. Además, está acompañada de una banda sonora de canciones de toda la vida, muy pegadizas. Sin olvidarnos del momento Carrie del grupo sueco Europe…, aunque es mejor que lo vean ustedes.