Un maridaje dedicado a unas islas donde me asomé de vacaciones me enamoró hasta el fin de mis días, donde dos cómplices expresan una sinergia entre los paisajes y los vinos volcánicos.
En la clausura de primeras jornadas Pellagofio, en CICCA, pudimos imaginar Canarias a través de unos 10 vinos de las islas y una gran pantalla, apreciando paisajes de un gran fotógrafo: Tato Gonçalves. Es un maestro de la fotografía, capta lo invisible a simple vista. Sus obras son mágicas, te hacen soñar, roban los pensamientos. Es muy paciente, sabe esperar el momento de la entrega de mirada, disfruta de las sensaciones que producen las sesiones fotográficas, la alerta, el momento.

Rasa y Tato Jornadas Pellagofio
Cuando dejas simplemente de beber vino y lo sientes como la bebida más noble de todas con los 5 sentidos, disfrutas de una copa saboreando a sorbos y sientes el vino como cultura, placer, bondad, salud, arte, amor, tradición, paisaje. Imaginas y te das cuenta de lo afortunados que somos de vivir en un paraíso.
Te imaginas una brisa perfumada de alisios con naranjas, almendras, café, una naturaleza desatada ardiendo hacia el mar dejando un microcosmos de unos suelos fértiles, un aliento húmedo de maresía sobre tus papilas , pisar descalzo caminos viejos de cenizas volcánicas, caricias mágicas de mar de nubes. Te imaginas en la copa la fuerza de un viento constante o la energía de un mar embravecido vestido de espuma blanca dando nalgadas, un fenómeno llamado panza de burro que se pone para que el sol no pueda sobrecalentar las viñas. Unas montañas sagradas llenas de flores endémicas y viñas con genes de camellos sobreviviendo con poca agua y protegidas por los dioses. ¿Imaginas las memorias de un pueblo cálido de piel salada donde el sol decidió quedarse?
Canarias es un paraíso de vinos con sabores antiguos, con importantes ventajas y valores en su oferta vitivinícola. Sus viñedos son antiguos y las plantaciones nuevas pero todos con raíces plantadas en la tierra gracias a la ausencia de la devastadora plaga de filoxera , con una gran variedad de microclimas, de variedad de suelos fértiles evolucionados de volcán , con sistemas únicos en el mundo como cordón, trenzado , parrales , rastras , hoyos…
Es una viticultura heroica, cuenta con unos luchadores que han conservado tradiciones, han dotado las bodegas con la última tecnología que permite embotellar los vinos de calidad, gracias a un trabajo constante y el sacrificio de unos héroes- viticultores- que se esfuerzan en mantener el cultivo y a las nuevas técnicas que han cambiado la calidad de los vinos.
Canarias tiene muchos tesoros por descubrir: los vinos con gran historia sociocultural, de muchas idas y venidas, nombrados y muy solicitados, en aquellos tiempos, en todas las mesas aristocráticas.
Los vinos canarios están de camino a la vuelta de la fama, cada vez más reconocidos como únicos. Su consumo crece lentamente y muchos se quedan enamorados al probar ese sabor salino de maresía o especiado de volcán.
Aquí les dejó una cata de un vino blanco seco que nos ayudó imaginar la magia de la Gería, los paisajes negros con casitas blancas, unas montañas de fuego iluminadas por la luna, el sonido del viento constante, la lucha del campesino haciendo hoyos para proteger la malvasía volcánica, las viñas de raíces muy largas y genes de camellos que sobreviven con poca agua.
Bodega LOS BERMEJOS
BERMEJO Blanco Seco de Malvasía Volcánica 100% D .O. Lanzarote.
Un vino anclado a la tierra donde nace, el vino no se hace en la bodega, un buen vino se hace en la tierra, en el viñedo. Es distinto, con energía especial; de un color iluminado cálido dorado del sol, lleno de luz y los reflejos brillantes con un aroma complejo, a sutiles flores secas, hierbas balsámicas, frutas blancas, pieles de limón, hinojo, tostados de gofio.
Su recuerdo a noble especiado de lava y cenizas atrapa. En boca sabe potente como el viento de Lanzarote, sabroso como un mar embravecido, salino, con energía y mineralidad a flor de piel. Es el reflejo de su tierra negra, sus gentes nobles, su variedad única, algo picante y salado, amargo y dulce a la vez, la expresión de malvasía volcánica que te hace rendirse, con un sólo sorbo .
Unos instantes de placer persistente, amplio, con acidez viva y glicérica, vibrante que se despide recordando una siesta en Famara, bajo el azote del viento sobre una dulce piel salada.