En apenas una semana, los medios de comunicación se trasladarán a Fitur, la feria turística más importante de España y la tercera de Europa (tras Londres y Berlín). Desde sus pabellones, los periodistas hablarán intensamente de nombres de lugares de todo el mundo en los que el turismo es su principal industria de de muchísimos más que quieren que los sea.
Según la OMT, más de 1.050 millones de personas tomarán un avión, barco o tren para conocer otros rincones del planeta. Cada vez más los turistas se van convirtiendo en viajeros, interesados en conocer a la gente del lugar, sus costumbres, paisajes ocultos, gastronomía, en mezclarse y hacer auténticos amigos. Es una forma interesante que cada vez se está imponiendo más, como fórmula para ayudar a generar riqueza en la comunidad local (comiendo lo que se cultiva y cría en la zona, comprando su artesanía y productos) y, por supuesto, de generar menos residuos. Al fin y al cabo, también esa zona que visitamos pertenece a nuestra gran casa común que es la Tierra.
Cada año surgen cientos de nuevas propuestas para elegir y cada vez más el (llamémoslo ya así) viajero tiene más en su mano adónde ir… Investiga, lee, compara, pero, sobre todo, reserva directamente. Hay distintas guerras online muy interesantes, como las de las agencias de viajes que ven mermar su negocio, o la de los hoteles que bloquean sus precios para no caer en la trampa de los grandes buscadores que ofrecen sus camas por debajo de lo económicamente rentable para cada establecimiento…
En toda esa maraña, Canarias se la juega. Y mucho. Como destino turístico, es una marca muy consolidada en el segmento de sol y playa, abierto todo el año, con buenos servicios europeos y posibilidad de disfrutar de paisajes, fiestas y numerosas propuestas de compras, deportes y parques de ocio. Pero nada más.
Aún nadie ha caído en que el poder de esa marca en materia turística podría haberse aprovechado para hacer una gran marca Canarias, que pusiera en valor su agricultura, su industria, su investigación (biomedicina, energía, desalación, astrofísica, biología), sus puertos y aeropuertos (la puerta de entrada a Europa para africanos y americanos y la puerta de entrada a África y América para los europeos). Y mil virtudes más que atesoran las islas (desde la cultura hasta el talento de sus más jóvenes científicos, desde el comercio de flor cortada, la incomprensiblemente aún raquítica acuicultura hasta nuestros pensadores en materia económica y social).
Pero pensar así, a lo grande, queriendo vender al mundo la marca Canarias, con perspectiva responsable y generosa para varias generaciones, da menos votos que ordeñar una cabra o acudir a una paella o a una chuletada con los vecinos del barrio. Y así, estas islas se han marchitado en los últimos 15 años.
Lo peor, que apenas se escucha un mensaje de dirigente político que apueste por cambiar las cosas.. Y eso terminará por enterrarnos.