Los vinos blancos semisecos o de otra forma llamados afrutados, los vinos de las terrazas, de las botellas azules, los vinos divertidos, de paladares jóvenes, de bienvenidas, los del principio, los que abren el camino.
Para elaborarlos se utiliza la técnica común de los blancos tradicionales que para este tipo de vinos consiste en parar la fermentación antes de que las levaduras terminen de consumir todos los azúcares del mosto. Para ello se disminuye la temperatura, se enfría el mosto y así se paraliza la fermentación. De esta manera las levaduras no puede continuar la transformación de azúcares residuales. De esta manera se consigue un vino semiseco o afrutado.
Uno de los aspectos más interesantes del mundo de los vinos es su asombrosa diversidad. En Canarias tenemos muchos maravillosos afrutados pero les recomiendo uno: mi favorito de Moscatel de Alejandría 100%, de una bodega muy apreciada por su gran labor en el renacimiento de la cultura vitivinícola. La bodega con filosofía de ver, sentir, elaborar las gotas placenteras de cultura, consigue los vinos que expresan el terruño al máximo.
Los vinos afrutados suelen ser de gran intensidad aromática, con perfume exótico, de frutas tropicales, con notas mentoladas y dulces, fáciles de beber, alegres, suaves y tremendamente ligeros.
Para catarlos como todos los vinos necesitamos pasar los 5 pasos: Oír, ver , oler , probar y sentir.
1. Oído: se aprecia si se trata de un vino ligero o espeso, la captación del golpe o roce que da vino al ser especiado en la copa.
2. Vista: apreciar su brillantez, transparencia, lágrimas y reflejos.
3. Olfato: descubrimos si son aromas agradables, si salta de la copa con su intensidad o hay que balancear un rato recordando los mejores momentos de la vida.
4. Gusto: la lengua detecta los sabores a través de papilas gustativas y el equilibrio.
5. Tacto: sentir el vino una vez en la boca distintas sensaciones, su intensidad, su cuerpo, detectamos con su roce astringencias, asperezas o ligereza.
CONTIEMPO AFRUTADO D. O. Valle de Güimar 2013
Moscatel de Alejandría 100%. De una tierra volcánica, donde maduran lentamente bajo una brisa y suaves temperaturas.
Al caer en la copa suena sonoro como aquel beso en moflete sin ambición ni aires de grandeza, de una luz radiante, deslumbrante amarillo dorado con reflejos blanquecinos de oro blanco, con perfume luminoso de vértigo a frutas tropicales, con recuerdos árabes de dulces naranjas, con agua de rosas, a la misma moscatel muy madura, fragante, huele a un juego inocente con guayabas y un toque de picardía.
En boca es suave, ligero, toca el paladar refrescando ligeramente, estimula con su sabor dulce, ácido y picante a la ve; créanme: sabe a sonrisas compartidas.
Para este vino afrutado les sugiero un maridaje algo inusual, fácil pero estimulante y difícil de olvidar con unas frutas exóticas.
¿Sabían que una guayaba es el mejor exfoliante natural? No les voy dar una receta de cómo conseguir un jabón de semillas de la fruta, sólo les sugiero un juego muy aromático: consiste en descorchar una botella de CONTIEMPO afrutado en pareja, cortar unas guayabas por la mitad y mientras toman una copita de vino afrutado, masajear la espalda de tu amante sin olvidar la copa del blanco afrutado, con ese toque de picardía de moscatel picante, sin prisas empezando por la nuca, con roces de excitante guayaba hasta que se erice la piel. Después limpiar la piel en profundidad, estimulando el sistema linfático, con movimientos circulares siempre en sentido hacia el corazón, pero sin ansias de seducir. De eso se encargara el vino y el teléfono apagado. Es un juego apto para todos paladares, vírgenes y profanos pero es imposible sin besos y el aliento entrecortado.