Crónica por Caius Apicius (EFE).- Hace ya unos treinta años, en mi primer viaje a Tenerife, mi amigo Manolo Iglesias me puso ante el más cromático cocido de mi vida: el puchero canario, que impresionó a todos los comensales no tinerfeños, entre los que estaban unos jóvenes Ferrán Adriá y Juli Soler.
El puchero canario entra por la vista. Está perfectamente adecuado al clima, a la latitud, y pone el acento en lo vegetal. Hay carne de ternera, como hay cerdo (costilla, tocino, chorizo…) y hasta gallina: pero mandan las hortalizas, que son las que le dan ese aspecto multicolor tan atractivo.