Este año de 2014 ha empezado derramando toda la lluvia del océano sobre la tierra, fecundando la islas, pero llevándose a poetas, cineastas y músicos con la guadaña que a todos nos espera.
Mientras escribo una nueva novela que se está trabucando en los rugientes horizontes de los mares del Sur, buscando a Herman Melville, transfigurado en Achab el vengativo, voy revisando –entreteniendo a la pereza- el manuscrito de “Kopi Luwak” para la segunda edición que les prometí a Victoriano Santana Sanjurjo y a Jorge Liria.
En el ínterin he llevado a rehabilitar el primer M5, el fabuloso automóvil que me dejaron como herencia las protagonistas de la novela. Desde que se publicó el libro, el coche había estado languideciendo en un garaje, padeciendo los azares de la inactividad y mi desidia.