Corría el año 1985 y las conciencias bullían de ideas libertarias y una renovada conciencia de identidad local. Los jóvenes querían escuchar algo nuevo, huir de los clichés y sentían la necesidad de expresarse musicalmente con un lenguaje tradicional pero nuevo, intelectual pero asequible. Cuando parecía que todo estaba perdido, Fito Páez venía a ofrecernos su corazón y Silvio Rodríguez invitaba a especular sobre el sentido críptico de sus letras poético-revolucionarias. La Nova Cançó catalana había dejado un referente a seguir y cantautores como Caco Senante o grupos como Taburiente abrieron caminos para cantar y agitar conciencias.
El CCPC edita ese año un disco de innegable valor histórico. Bajo el título de ‘Nueva Canción Canaria’, reunió a los cantautores Pedro Manuel Guerra, Rogelio Botanz, Andrés Molina, Marisa, Alberto Cañete y José Luis Calcines. Tres de esos cantautores -Pedro, Andrés y Rogelio- decidieron unir sus esfuerzos y se constituyeron como ‘Taller Canario de la Canción’, en una iniciativa que duró varios años y dejó un repertorio de canciones de gran valor poético, social y musical.