Cuando no se tiene dinero, siempre se piensa en él. Cuando el dinero se tiene, sólo se piensa en él”
Jean Paul Getty
Las reglas no parecen ser iguales para todos. Es lo que podríamos concluir tras ver cualquier día las noticias. A más fama o dinero, la aplicación de las leyes parece diferente. Y quien lo tiene parece saberlo. Y hacerlo conscientemente.
Esto es lo que parecen sugerir los estudios llevados a cabo por Paul Piff en la Universidad de Berkeley. Sus experimentos demuestran que, por ejemplo, los participantes que poseían mayores ingresos eran propensos a robar el doble de caramelos a un niño, si se les daba la oportunidad. Actitud que, dicho sea de paso, es uno de los estereotipos de una mala persona.
Por supuesto, lo de los caramelos es una pequeñez. El dinero corrompe. Otro de los experimentos de Piff fue adulterar un juego de monopolio (dependiendo de lo que saliera en un lanzamiento de moneda un participante empezaba con más o menos dinero). Encontró que los que ganaron, favorecidos por la suerte y azar, eran los primeros en admitir que “se lo merecían por su esfuerzo”.
Sin ánimo de caer en diatribas de si el dinero es bueno o malo, o en jerga política de capitalismo versus otros modelos, no deja de ser interesante este estudio. ¿Está sobrevalorado el dinero? ¿El contexto poseer = ser nos ha llevado a esto? ¿Es moralmente aceptable que, como soy millonario, tenga conductas que llevarían a cualquier mortal a la cárcel?
Son preguntas que las investigaciones de este psicólogo intentan aclarar. Y aunque sus conclusiones han sido fervientemente rebatidas por muchos, llegando incluso a las amenazas a su carrera, todavía estamos a la espera de que alguna otra línea de investigación lo contradiga.
Es lo que tiene la ciencia. ¡A veces deja nuestras vergüenzas al aire!
Leocadio Martín Borges Psicólogo
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