En el mundo de lo tangible, de lo pragmático y constatable, nada escapa a estar sujeto a leyes. Cada fenómeno implica una demostración necesaria. Múltiples teorías se suceden para explicar una realidad que cada vez es más entendible. El conocimiento del ser humano ha crecido exponencialmente en el último siglo de una manera abrumadora e inabarcable. Lo que hoy conocemos traspasa radicalmente lo que pudieron conocer nuestros antepasados. Fenómenos que otrora se tornaban mágicos hoy en día tienen una evidencia científica. El misticismo en decadencia y el razonamiento más escéptico copando la escena social. Si no lo veo, no lo creo. Y más aún, incluso viéndolo necesito una comprobación: datos, estudios, tesis… Argumentos que esgriman las verdades en las que nos movemos con cotidianeidad. Porqués que dictan el pensamiento de un mundo occidental que gusta de llamarse civilizado.
Con todo esto pudiera parecer que el límite entre lo sustancial y lo imaginario está bien definido. Sin embargo, continuamos asistiendo a situaciones que van más allá de las leyes entendibles o puramente razonables. El ser humano, capaz de ordenar el caos, de reducir la realidad a unos y ceros, también es capaz de sobrepasarla. Los mayores horrores se perpetúan. Miles de personas mueren a diario víctimas del lado más oscuro de la humanidad. Barbarie y odio, racismo, xenofobia. Abusos sexuales que campean impunes. Violencia gratuita: la maté porque era mía. Se abusa del medio ambiente sin sentido, sobreexplotando recursos, dañando irreparablemente la naturaleza. Gobiernos que maltratan a sus pueblos; los recursos no se reparten equitativamente; se deja morir al igual de manera consciente. Legislaciones ridículas para el beneficio de unos pocos. Dinero que compra vidas, dicta sentencias y engorda conciencias. Ansias de poder desmesuradas, la búsqueda del control, represión para generar desigualdad…
Fantasía, como en un cuento surrealista. Pero no es literatura; es real. Tú y yo asistimos al espectáculo cada día desde nuestro móvil, sentados en el sillón frente al televisor o en la cama con la tablet. Pacientes cómplices del sarao. Evolución disfrazada. Hay momentos en los que volvería a la caverna con Platón, momentos en los que desearía soñar con otra realidad.