
Roberta Firstenberg
Hace no mucho les hablé de Grandma Betty y de como esta entrañable ancianita nos mostraba a través de la red social Instagram su espíritu de lucha ante una enfermedad tan dura como es el cáncer. Hoy les traigo otra de esas historias entrañables que de vez en cuando nos va dejando Internet, aunque al igual que sucedió con la abuelita Betty, triste por su contexto general. Esta es la historia de Roberta Firstenberg y de cómo con la ayuda de su nieta, una artista de los videojuegos, logró disfrutar de un último paseo gracias a la realidad virtual.
Hace pocas semanas, Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, compraba una compañía llamada Oculus VR que desarrolla dispositivos de realidad virtual, justificando esta adquisición debido al potencial que este tipo de dispositivos pueden tener para la sociedad, más allá de su uso como sistema de entretenimiento.
Al parecer, estas palabras no iban del todo desencaminadas, pues más allá de su utilidad como plataforma para videojuegos, las gafas de realidad aumentada podrían aportar experiencias en otros ámbitos diferentes al ocio, como por ejemplo, incorporándolas en el uso de terapias de ayuda a pacientes terminales o con problemas de movilidad reducida.
Precisamente de eso va nuestra historia de hoy, de cómo gracias a las gafas de realidad aumentada, una experta desarrolladora de videojuegos logró hacer feliz a su abuela, una paciente en estado terminal, cuyo deseo no era otro que dar un último paseo antes de morir, ya que su enfermedad hacía tiempo que no se lo permitía, pues estaba muy débil para levantarse incluso del sillón.
Por todo ello, Priscilla Firstenberg, nieta de Roberta, se puso en contacto con el equipo de Oculus VR con para pedirles un kit de pruebas de las gafas de realidad virtual que está desarrollando esta empresa. Al contarles su historia, logró conmover a los desarrolladores, que le hicieron llegar un equipo completo que Priscila adaptó con una demo de la Toscana italiana para que su abuela pudiera pasear por estos idílicos paisajes. Las reacciones de Roberta las podemos ver en el siguiente vídeo:
Tras la experiencia, estas fueron algunas de las impresiones de Roberta Firstenberg:
“¿Qué puedo decir? Gracias. Es hermoso. No puedo creer que sea todo tan claro. Puedes ver las gaviotas y todo alrededor. No puedo creerlo. Escuchas sobre este tipo de cosas y piensas que estás preparado para ello… Es como entrar en una burbuja de vida de nuevo. Cariño. Esto es fantástico. Te amo.(…)Fue un tiempo especial. Lo fue porque sé que me estoy muriendo de cáncer. Los doctores me dan un mes. Esto se ha convertido en una terapia para mí.”
Lamentablemente, un mes después de este vídeo, Roberta Firstenberg falleció a causa del cáncer que padecía, pero gracias a la tecnología, al menos pudo ver cumplido su último deseo.
¿Qué piensas de este tipo de tecnologías? ¿Realmente pueden ayudar a enfermos terminales a hacer más llevadero sus últimos días?