No sé a quién votar. Ya sé que hoy es el día, pero es que no tengo ni idea. Aún no he metido nada en ninguno de los diez sobres que han dejado a lo largo de esta semana en mi buzón algunos de los partidos que se presentan a estas elecciones. Debo confesar que actualmente es un asunto que me causa cierta desgana. No es que no me interese, que me da mucha rabia cuando escucho a alguien decir que es apolítico. Desde que muestras tu opinión sobre los problemas de los ciudadanos o la buena o mala gestión del Gobierno, ya estás haciendo política.
Ahora mismo me encuentro exactamente igual que cuando voté por primera vez: perdida. Recuerdo no tener especial ilusión ni interés en ejercer mi derecho, quizás por inmadurez o escasa información, por lo que recurrí a mi padre con la gran frase: “Papá, ¿a quién vas a votar tú? Mi padre contestó con otra frase, corta a la vez que acertada: “Eso es privado”. Ante semejante respuesta, mi conflicto se tornó en una mayor desgana, por lo que estaba decidida a no votar. Es ahí cuando Carmelo se sentó a mi lado y, mirándome fijamente, con esa expresión en su cara que sólo pone cuando tiene algo realmente importante que contar, me dijo: “Usted va a votar, así metas en el sobre una foto mía haciendo el mono”. Siempre ha sido muy bromista, pero aquello me lo decía totalmente en serio. Aunque tuviese dudas o no supiese a quién destinar mi voto, tenía que aparecer ante las urnas. De esta manera es como ejercí, por primera vez en mi vida, mi derecho al voto, con un sobre en el que había un hermoso y elaborado dibujo de mi padre haciendo el mono (lo de la foto me parecía excesivo, a la vez que poco anónimo teniendo en cuenta que en el pueblo nos conocemos todos).
Con un par de años más y un poco más de conocimiento entendí lo que quiso decir. Son muchos los que han luchado por una democracia, por ese derecho a elegir del que me hablaba mi padre. No ser indiferente ante lo que sucede a tu alrededor. Ya sabemos que las campañas electorales están llenas de promesas que acaban en sacos rotos, y que no existe una ley o justicia que controle su cumplimiento, pero soy de las que piensa que en nuestra mano está permitir que no nos engañen de nuevo. Esto es por lo que dedicaré un ratito del día a reflexionar, a valorar qué campaña es la más cercana a la realidad, a discernir quién puede cumplir lo que realmente promete… E iré a votar.