Cómo cambia el cuento. Durante toda mi vida, Maléfica ha sido una de las malas más malas de las pelis de princesas: ese color verde de piel, ese cuervo a su lado con mirada de odio… Lo tenía todo para ser malvada. Pero ahora llega Angelina Jolie y todo cambia. Así, sin avisarte y sin anestesia. La Maléfica que todos los niños temían ahora resulta que tenía sus razones para hacer que hizo y ¡hasta tiene buenos sentimientos!
Bromas aparte, lo primero que tengo que decir de la cinta del debutante Robert Stromberg es que me entretuvo. Sí, tengo que reconocer que, aunque el principio me pareció algo lento y excesivamente explicativo, poco a poco va cogiendo el tono de película de aventura y, además, te tiene intrigado hasta el final. Pero, claro, esto cuenta con truco. ¿Por qué te tiene pendiente hasta el final? Porque no sabes cómo va a acabar, aunque sí te lo imaginas.
En cualquier película anterior de la factoría Disney sabes que la princesa se casa con el príncipe y que la mala (casi siempre mujer) muere (en la mayoría de los casos, se cae por un precipicio). Pero aquí… ¿qué va a pasar? ¿Matan a Maléfica? ¿Muere el padre de Aurora? ¿Se arrepiente alguno? ¿La perdonan? ¿Viven todos felices? No se asusten, que no lo voy a desvelar, pero hay un abanico de posibilidades para acabar esta historia sobre Maléfica y eso hace que interese mucho más.
Como ya todo el mundo sabrá, la cinta cuenta la vida de Maléfica desde su infancia, su relación con Stephan y cómo éste se obceca con la conquista del trono aprovechando su amistad con Maléfica. A partir de ahí comienza la venganza del hada sin alas y la relación con Aurora a lo largo de sus primeros 15 años.
Una de las cosas que hay que decir es que la película es Angelina Jolie. Lo demás queda en un segundo y tercer plano, pero no por ello deja ser de calidad, ni mucho menos. Es la actriz norteamericana la que llena la pantalla y da ese toque maligno a la vez que torturado y bondadoso de su personaje. Se mete totalmente en la piel del hada sin alas y hace que sientas y comprendas todo lo que pasa.
Tanto miedo daba en el rodaje que tuvo que ser su hija pequeña la que interpretara a Aurora a la edad de 3 o 4 años, pues no había ninguna pequeña que fuera capaz de no llorar y asustarse al verla. Además, aunque mantiene su estilo propio, cuando se ríe es exactamente igual que la mala de Disney… Es impresionante su parecido, que, unido a la belleza de Jolie, hace que la presencia de Maléfica en la pantalla no deje indiferente.
Del resto de personajes, se debe destacar a Elle Fanning (Un lugar para soñar, El curioso caso de Benjamin Button) en el papel de Aurora, que transmite toda la dulzura e ingenuidad a su personaje, sin resultar empalagosa. Para el papel de Stephan se contó con el actor sudafricano Sharito Copley (Elysium, El equipo A), que da el toque de simpleza y odio que necesita su figura, sin olvidar al cuervo Diaval. Sí, sí, el cuervo que acompaña la figura esbelta de Maléfica y que aquí toma vida en la figura del actor y cantante inglés Sam Riley. Le da ese punto enrollado a la película y consigue ablandar un poquito el corazón de Maléfica.
De resto, la película está muy bien hecha y se nota la experiencia en el mundo de los llamados efectos especiales de su director, Stromberg. Todo está hecho con sumo cuidado y medido hasta el detalle, sobre todo los habitantes de la ciénaga, que dan el color y la fantasía que necesitaba la película, en contrapunto con la oscuridad, la fealdad y la sensación de olor a sudor que dan, cada vez que salen, los soldados y habitantes del castillo, justo al contrario de lo que se nos tenía acostumbrados en las pelis de dibujos.
Las escenas de guerra entre los humanos y los habitantes de la ciénaga están muy logradas, y mucho más la pelea final en el castillo para dar caza a Maléfica. Nada que envidiar de otras grandes producciones más enfocadas a ese tipo de pelis de acción.
Así que ya saben: si les apetece ver algo diferente, entretenido y bien hecho, la recomiendo. Se deja ver muy bien y se pasa un rato agradable. Es una peli que puede gustar a todos, así que, si sus hijos dicen aquello de ir a verla, no lo duden, que pasarán un buen rato.