Tras un leve estudio de la cartelera y ya habiendo visto en el cine las que me interesaban, tenía pocas opciones de elegir peli esta semana. Al final opté por una comedia romántica (género que me encanta) esperando ver no una gran película, pero sí pasar un buen rato.
Muchos de ustedes, si ya han visto el tráiler, pensarán que un peliculón no iba a ser, sino que tiene pinta de ofrecer más de lo mismo… Y sí, así mismo es. Pero incluso de esa manera, fui al cine. ¿Qué hizo que me decidiera? El director: Nick Cassavetes (hijo del actor y director de cine John Cassavetes y de la actriz Gena Rowlands). Lo que había visto hasta ahora de él no era una gran maravilla, pero sí un cine bien hecho, agradable de ver y sin grandes pretensiones; algo sensiblero pero correcto. Entre sus trabajos se encuentra El diario de Noah, clásico entre los clásicos para aquellos a los que les guste un buen dramón.
Bueno, pues entre que había para elegir, que conocía al director y que el reparto me parecía interesante (Cameron Diaz es una gran actriz cómica, sin desmerecer sus trabajos dramáticos, como pudo ser El consejero, de Ridley Scott, y Lesli Mann en comedia siempre destaca), decidí ir a verla…
Una vez mostradas mis vanas excusas sobre por qué vi No hay dos sin tres, les diré que la peli no vale nada. Es topiquera, previsible y excesiva en las escenas divertidas. Sobre el argumento…, ya ni les cuento. La cinta trata de cómo la protagonista (Diaz) se entera de que su reciente novio está casado al presentarse en su casa la mujer de él sin ser invitada. Ella, Leslie Mann, se queda con la copla y decide hacerse amiga de la amante de su marido. Tras varios intentos de la amante para pasar de esa mujer, se hacen amigas y se dan cuenta de que el marido/amante tiene más ligues por ahí. Ello desata la furia de las mujeres, no solo de estas dos…, sino también del tercer ligue del protagonista. A partir de ahí comienza la cruel venganza de las tres mujeres.
Como ven, el asunto no es nuevo, y recuerda en ciertos momentos al Club de las primeras esposas. Si dijera que no hay nada que merezca la pena, no sería lo adecuado. Sí hay escenas y frases entre las protagonistas que en algunos casos te hacen reír y, en otros, hasta pensar. Sobre todo el papel de la mujer que está viendo entre actos de locura y risas con Cameron que su existencia se desvanece y que ella, por sí misma, no tiene vida, pues siempre está a la sombra del guapo, del maravilloso Mark King, que para colmo es un estafador. Leslie Mann borda el papel de mujer en apariencia frágil y tonta que se desmadra tras asumir la infidelidad de su marido. Mann vuelve a brillar haciendo comedia, con la que ya consiguió grandes éxitos en Lío embarazoso, Virgen a los 40 o El cambiazo.
El malo de la peli es el danés Nikolaj Coster Waldau, conocido sobre todo por su presencia en la serie Juego de Tronos. Es actor polifacético que no se centra en el cine comercial y que ya ha participado, entre otros filmes (Blackthorn o Sin destino, en España) a las órdenes del director grancanario Mateo Gil. Además de recomendarles ese western, me permito señalar otra de sus pelis, Headhunter, thriller noruego que nada tiene que ver con el estilo americano y que, por tanto, hará las delicias de todo amante del género que quiera ver algo diferente y muy bien hecho.
Lo peor de la película es la reflexión que se hace al terminar. Se trata de otro filme desaprovechado, pues hacer comedia no es nada fácil. Aun teniendo buenos actores, un director correcto y una historia relativamente salvable, la industria americana vuelve siempre sobre los mismos tópicos, con historias en las que todos son guapos, ricos y con pedazos de coches. Para hacer reír se basan en caídas o escenas tontas, y dejan el diálogo y la inteligencia aparcados (eso sí, en un gran Ferrari).
El último párrafo se lo quiero dedicar a Eli Wallach, que acaba de fallecer a los 98 años. Además de ser conocido por tratarse de uno de los mejores secundarios del cine, con pelis como El bueno, el feo y el malo, Los siete magníficos o la tercera parte de El padrino, hoy lo quiero recordar por uno de sus últimos trabajos, The Hollidays, también con Cameron Díaz. Ésta sí es una comedia romántica, agradable, bien llevada, con diálogos interesantes, con un toque de humor y el justo de ñoñería. Cuenta con la presencia de este gran actor en uno de los papeles más entrañables que recuerdo.