Otra vez Israel bombardea Gaza. Otra vez. La repetición es la suma de vértebras que dan sostén a lo que se hace por sistema. Los bombardeos de Israel obedecen a un plan bien articulado. No caigamos en la trampa de ver cada ataque como un súbito arrebato de ira ante un hecho que se nos presenta siempre como independiente al anterior. Esto es un genocidio planificado. Ninguna otra lectura puede someter la realidad a una versión que la desmienta: el mapa de lo que queda de Palestina es demasiado elocuente. Es la prueba irrefutable de que se tiene el exterminio como proyecto y como fin. ¿Dónde están, pues, los moradores de las tierras apropiadas y los hijos de esos moradores? Muertos bajo esa misma tierra o expulsados.
Hemos comprado mucho pescado podrido haciendo bueno eso de que la primera víctima de una guerra es la verdad. Y sí. Ayuda y mucho esa tácita mordaza de que, cuando se critica a Israel, salta el automático calificativo del “antisemitismo”, lo que nos pone del lado malo de la extrema derecha y del nazismo, que es donde está la política de Israel. Es justo lo contrario. El silencio nos hace cómplices de la masacre.
Asistimos a un crimen monstruoso, y los que podrían detenerlo dan por toda respuesta la callada. Especialmente Europa, que está en el origen del problema. En particular el imperio británico. Quizá entre genocidas no se pisen los delicados callos de la culpa. Pero son gobiernos acobardados, complacientes, sin acción ni reacción. Apenas balbucean débiles y diplomáticos llamados a la paz pero siempre dejando en claro que Israel debe defenderse como si de verdad fuera el atacado y los contendientes estuvieran en igualdad de condiciones. No hay contendientes en igualdad de condiciones. Si algo repugna es el avasallamiento de un pueblo inerme ante una gran potencia militar. El único pertrecho de los palestinos son las piedras y unos cohetes de feria que hasta el momento no han matado a nadie.
Despejemos el denso humo que pretende mostrar a Israel como víctima de atentados terroristas. Villana mentira. Aquí los pájaros le tiran a las escopetas. Que se sepa, quien debe defenderse es el agredido. No es Palestina la que está despojando a Israel de su territorio. Ni la que ha construido 800 kilómetros de muros para meter y someter a toda una nación dentro de un campo de concentración. Gaza es un campo de concentración. En tanto se tenga el control absoluto de la comida, del agua, de la luz eléctrica, de las medicinas, es un campo de concentración. Si todo movimiento es vigilado, si a cada paso se es cacheado, si no se puede ir a donde se quiere o se necesita, se está en un campo de concentración. Y los que están en el campo de concentración son los agredidos, no los agresores.
Toda lucha por la liberación de un pueblo y contra una ominosa ocupación es un deber. Con mayor razón cuando la lucha ya ni siquiera es por la libertad sino por la supervivencia. Porque la causa del pueblo palestino es la de su supervivencia. Hay más palestinos refugiados en otros países que en su patria menguada y dividida. Quitémosle entonces el cartelito de terroristas a los que luchan por su supervivencia.
De acuerdo que hay actos aborrecibles como volar un autobús. La desesperación de los débiles ante la injusticia es mala consejera y las guerras siempre se juegan con la baraja completa de la violencia. Lo que no corresponde es que a la ejercida por unos se llame terrorismo y la ejercida por otros no tenga esa misma connotación y aparezca como la de los hombres justos. Si hablamos de atentados, los de Palestina se pueden contar en una mano; los de Israel, no. Que no sean con un paquete bomba sino con un misil, en nada los diferencia. Que se sepa, Palestina no ha sacado a ninguna familia israelí para dinamitarle la casa en su cara. Ni ha matado a los que les llevan algún socorro. Ni les dispara a los pescadores cuando por desgracia se acercan a uno de sus barcos.
Pero además Israel hace algo que no puede hacer Palestina: bombardear indiscriminadamente. En todos sus ataques, que ya son muchos, la población civil se lleva la peor parte. En la actual embestida, de 186 muertos (escribo el martes) casi todas las víctimas son civiles, muchas mujeres y niños, dando además por bueno que todos los hombres caídos son combatientes, lo que tampoco es cierto. ¿Por qué son ataques indiscriminados? Por eso, por sistema. Para acabar con palestinos cualquiera que sea su condición. No hay “víctimas colaterales”. Aquí el blanco son todos. Basta ver los bombardeos televisados que ellos mismos distribuyen: de lleno a los edificios con lo que haya dentro.
Hay otra cosa que se le permite a Israel y es su absoluta impunidad. Hay una aberración que atenta contra todo derecho jurídico: la venganza y sobre todo si es infinitamente desproporcionada. Como está dicho, siempre encuentran una buena disculpa. En esta ocasión ha sido la muerte de tres adolescentes judíos. En efecto es un asesinato tan vil como cualquier otro. Israel, que todo lo controla, ha debido investigar, detener y juzgar a los responsables como lo ha debido hacer con los que, en represalia, quemaron vivo a un chico palestino. Aquí no hay otro juicio que el de la conveniencia. Con los israelíes no hay derecho que valga. Nada pasa si se burlan de las resoluciones de Naciones Unidas. Nada por la violación permanente de los derechos humanos. Nada por sus masacres. Con el aval de los Estados Unidos su impunidad está garantizada.
En verdad, la historia tiene una forma bastante infame de repetirse. Israel ha terminado por compartir los métodos usados por sus victimarios en Alemania. Pero hay un punto que los acerca demasiado: la ostentosa creencia de pensarse una raza superior. No es otra cosa creer que la vida de un judío vale más que la de cien o doscientos palestinos.
superjerry7
19 julio, 2014 en 19:51
Sabe usted señor Aguilera que disiento permanentemente con sus analisis sobre America latina, por mi conviccion de que estoy mas cerca de la realidad de tal region y la vivo y padezco en carne propia, especialmente el EJE-CHAVISTA Caracas/Buenos Aires…Pero en esta oportunidad SU COMENTARIO ES TAN AJUSTADO A MI PENSAMIENTO Y CONVICCION, remitido inclusive a autoridades palestinas en Argentina y España, que debo admitir que cada una de sus palabras, al menos a mi juicio, son una puñalada certera al doble rasero y la indiferencia e inutilidad de la Asamblea General de la ONU, la Union Europea y la OTAN. Meras herramientas de miserables que han hecho pagar al pueblo palestino, basandose en un “Libro sagrado” (¿?), el costo en territorio que debieran haber pagado los paises del Eje.