Esa es la solución perfecta a todos nuestros problemas; sin duda, la mejor. Incluso estoy convencido de que es la única vía; por lo tanto, el camino exclusivo. No hay más. Al fin, y ya era hora (que ni en cuándo empezó esta vulgar crisis nos ponemos de acuerdo), hemos dado en la clave; hemos sido capaces de hallar la herramienta estratégica para pillarlos a todos, que todos estos, casi seguro la gran mayoría (chicos y chicas), son sensibles a la feromona.
Sí, lo que oyen: fe-ro-mo-na. Es justo lo que se imaginan… Es decir, que todos ellos, y digo casi seguro la gran mayoría, se privan por el olor a sexo, aunque proceda de un sucedáneo de fácil adquisición y precio asequible hasta en los mercados requetemuy chiquitines. Se consigue en un plis-plas.
El sexo enciende, alimenta, gusta, entusiasma, absorbe y secuestra, pero también mata y aprisiona, y castiga. Un castigo. Esta vez (¡decidido!), gracias a los kilos de feromona que hay en el salón de la casa terrera, que los cambié por papas a granel (con los tubérculos, todos guisaditos, terminaron las polillas guatemaltecas tras partirse de la risa al sobrevolar trampas y pastillas en la huerta), me dedicaré a colocarla punto por punto y en la cantidad adecuada. Así que iré esquina a esquina, recinto a recinto y salón a salón minando todos los sitios donde ellos se posan. Ahí habrá trampas y más trampas, con sus dosis de pastillas asesinas. Luego, a esperar. Preparen un buen camión, o quizás varios: una cola de ellos.
Muy pronto, con trampas de verga y hierro muy parecidas a las utilizadas para pillar pájaros cuando uno era pibe, podré hacer la guerra a tanto desaprensivo mentiroso. Los amontonaré hasta lograr un edificio como el volcán perfecto de picón. Después, con pala y camión al lado, irán camino del vertedero (perdón, del complejo ambiental). Y en él, con la incineradora bien calentita (aunque ahora en el Cabildo no lo tienen claro, o se hacen los suecos), los meteré a todos. Seguro que la isla tendrá energía de la buena para rato. Solo hacen falta muchas trampas y mucha feromona, que esta calaña pica en todo lo que huele a sexo.
¡Probemos…! La feromona, la feromona…