
Pablo Iglesias. / WIKIPEDIA
Un espacio para el debate como arma de agitación masiva. Es lo que ha hecho falta para que una formación política que no ha llegado a la adolescencia genere terror en el bipartidismo, un negocio arraigado en una clase política seducida por el morbo del parné. Satanizados y perseguidos por su poder de convencimiento, para algunos a manera de auténtica nigromancia, el movimiento Podemos ha sido el chivo expiatorio perfecto para esconder las vergüenzas de los grandes partidos, inmovilizados desde el punto de visto sociológico ante la apatía de la disfrazada izquierda tradicional (véase PSOE) que lleva años sucumbiendo con un discurso insulso y de influencia notoriamente burguesa.
Los hacedores de la dignidad política y social, el lobby de los mercados financieros y las estructuras soterradas del franquismo de pata negra, a través de los partidos como brazos ejecutores, han anunciado la llegada del terror jacobino y de su álter ego: Pablo Iglesias, el nuevo Robespierre. Expropiaciones, espionaje, purgas, gulags, han sido algunas de las perlas brindadas a los representantes y votantes de Podemos por el mero hecho de propugnar un posible cambio de cartas, quimera o no, ante el desapego de los ciudadanos a la llamada “casta” y a la arraigada corrupción de los crupieres del erario público. La Iglesia en España, emulando su protagonismo en el Antiguo Régimen, también ha requerido los servicios de su particular Torquemada en esa divina contienda contra la herejía liderada por el de Vallecas.
Parece que Tenerife no se salva de la instauración de un eventual totalitarismo chavista, maoísta, castrista, oportunista, populista, trostkista, landista y…madridista. Anuncia la caverna mediática que conjuran en círculos e invocan en plazas y asociaciones al poder del pueblo y a la democracia participativa. Es frecuente el uso de diversos mecanismos para alcanzar el éxtasis durante el rito, como por ejemplo el extraño caso del respeto a la voz del prójimo y a la crítica de la cuestión. Para más impiedad, uno de sus pilares ideológicos se sustenta en la reconversión del modelo productivo hacia una economía basada en la innovación, que contribuya al bien común teniendo en cuenta criterios de responsabilidad social, ética y medioambiental. Qué locos.
Lo cierto es que Podemos ha constituido en tiempo récord asambleas ciudadanas en más de 10 municipios, a lo que hay que sumar sus foros de carácter comarcal, donde destaca su portavoz, Juan Quevedo. Estos jacobinos y adoradores del cambio pueden chafar el negocio. ¿Y si resulta que el pueblo les da su confianza y de repente expropian de forma masiva viviendas privadas en Ifara, o asaltan bancos e inmobiliarias en La Laguna? ¿ Y si resulta que confiscan los bienes de la Diócesis Nivariense y exigen a los prelados jornadas de trabajo a tiempo completo? Vaya si terminan con la elaboración de los mazapanes de las monjitas de clausura.
Las burradas las suelen decir los burros, a veces disfrazados de caballos cordobeses; el miedo siempre está ligado a lo desconocido. Dimos la oportunidad en tiempos convulsos a UCD, aplaudimos la llegada del PSOE como puño y rosa de la izquierda obrera. Las mayorías absolutas del PP dieron alas a la economía, y Zapatero topó con una crisis demoledora que no supo educar.
Dejemos que el elector acierte o se equivoque. También que la política se enriquezca con formas diferentes de gestionar lo público, siempre y cuando cumplan las reglas del juego democrático.