Desde hace algún tiempo resulta difícil esgrimir argumentos optimistas cuando nos asomamos al mundo, bien sea cuando fijamos nuestra atención en lo que pasa más allá de nuestras fronteras, en el país titular de nuestros pasaportes, en nuestras islas o incluso en nuestras ciudades y barrios.
El último vistazo a los titulares de la prensa muestra a un periodista norteamericano, Steven Sotloff, con una casulla naranja poco antes de ser decapitado por un canalla de origen británico que habla en nombre de un presunto califato -IS- cuya intención es devolver a la Edad Media a medio mundo, incluida España. Y el asesinato cruel y alevoso del periodista, por mucho que nos impresione, es tan solo una gota en el océano de atrocidades que han cometido en los últimos meses en Siria e Irak.
Ahora se calcula que la reconstrucción de Gaza tardará unos 20 años. Las imágenes de su destrucción hablan por sí solas de la crueldad del ser humano para sus congéneres y de que, como casi siempre ocurre, el pez grande se come al chico. Este verano hemos asistido, casi en directo, a la masacre de los palestinos, donde los muertos, en su mayoría, eran mujeres y niños. Una exhibición de horror y odio difícil de digerir.
Y si nos fijamos en tierras más cercanas, en nuestro país, tenemos al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cantándole las verdades del barquero al exhonorable Jordi Pujol, a cuenta de su mala memoria con el dinero guardado en paraísos fiscales. Como no cabía esperar, el titular de Hacienda se ha despachado a gusto con el expresident y alguna colega-Ángels Barceló- ha denunciado que “la saña con la que lo persigue el gobierno es inédita, sin precedentes”. Caramba, para saña la de la Administración socialista, que en 1989 sentó en el banquillo a Lola Flores a modo de escarnio público por un delito fiscal. La cantante se libró de la cárcel por los pelos, tras pagar 29 millones de pesetas al fisco, que inocente no era.
Nos queda echar un vistazo a territorios cercanos y nos damos de bruces con la denuncia de Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública que tiene en cuenta parámetros como las listas de espera, el gasto per cápita, el número de camas y profesionales, el gasto farmacéutico o la valoración de los ciudadanos, para concluir que Canarias está en la cola en cuanto a servicios sanitarios. ¡Vaya por dios!
Menos mal que el paro bajó en 1.754 personas durante el mes de agosto en Canarias, eso al menos es una buena noticia, bueno…, si olvidamos que las estadísticas cifran en 266.664 el número de personas sin empleo en el Archipiélago. Nada es perfecto.
Ánimo, que, como dice la canción de Joan Manuel Serrat: “Hoy puede ser un gran día”.