Me encantan las comedias románticas. Miento: me encantan las buenas comedias románticas. Esas en las que sabes perfectamente lo que va a pasar (porque todas tienen un final feliz…) pero estás disfrutando de cada momento de la peli. A esas comedias se les unen, ganando un puntito más, las que nos sabes cómo van a terminar. Les pongo un ejemplo: La boda de mi mejor amigo. Quién iba a pensar que Julia Roberts, la reina de la comedia, se iba a quedar compuesta y sin novio…, que así fue. Esas pelis en las que además de disfrutar de cada momento tienes la curiosidad de saber cómo acaban (siempre con el convencimiento de que los protas terminarán juntos…) me gustan mucho más. Pues algo parecido me ha pasado al ver Amigos de más. No es que no tuviera claro cómo iba a terminar (no soy tan ingenua) pero, en algunos momentos, piensas aquello de…, “oye, pues puede que se quede con el otro”.
Pero les voy a contar primero de qué va. Wallace, el prota de la historia, interpretado por Daniel Radcliffe, conocido por ser Harry Potter, conoce a Chantry (Zoe Kazan) en una fiesta. El problema es que ella vive con su novio desde hace cinco años. Como enseguida congenian, su noviazgo no impide que decidan ser buenos amigos. Pero cuál es el problema…, que él está coladito por ella.
No será la primera ni la última comedia romántica que trate de si es posible que entre un hombre y una mujer solo haya amistad. Creo que sobre esto ya está todo escrito. Pero en esta peli hay algo que cambia y por ello para mí gana muchos enteros. Es que el tercero en discordia, el novio de ella (Rafe Spall), es un tipo normal, buena gente, simpático y que la quiere. Vamos, que no es el típico imbécil, egocéntrico o inepto que suele utilizarse para este tipo de papeles. Aquellos en los que durante la película piensan… “pero cómo puede estar esta chica con alguien tan idiota” (me vienen a la cabeza las pelis de Cartas a Julieta o Tenías que ser tú…). En esta cinta, si me apuran, no sé por qué lo deja, porque no hay razón. Daniel Radcliffe bordaría el papel de joven mago en la saga cinematográfica de Harry Potter, pero la verdad es que en este trabajo deja mucho que desear. Interpreta a un tipo con chispa, simpático, con golpes ingeniosos, y la verdad es que él es todo menos alegre y divertido. Lo intenta, la verdad, pero no da la talla, y no lo digo por lo bajito que es…, que lo es y mucho. Es porque todos se lo comen en pantalla. No me termina de convencer, la verdad.
No me pasa lo mismo con ella, Zoe Kazan, que sí transmite y te puedes poner en su pellejo, que es, sin duda, el más complicado, el de la que tiene que decidir, ya que él no sabe qué hacer: si decírselo, si saltarle al cuello y comérsela a besos, si alejarse y olvidarla, si seguir así de por vida…
Lo mejor de la película son los diálogos, sin duda: rápidos, simpáticos y con mucha chispa, tanto los de sus protagonistas como los de los personajes secundarios. De ellos destaca el de su mejor amigo y primo de ella (Adam Driver) con su novia (Mackenzie Davis), que viven la vida de forma totalmente arrolladora y sin pelos en la lengua. Lo peor son las escenas topiqueras para crear situaciones tensas entre los protas…, muy manidas.
