
Jerónimo Saavedra.
Siempre pensé que Jerónimo Saavedra era un político cabal, culto, alejado del ruido en el que se maneja el gallinero político actual, acostumbrado- salvo excepciones- a enfundarse una coraza de desvergüenza y cinismo con el que transitar en el día a día y a la espera de mejores destinos.
Sin embargo, el actual Diputado del Común de Canarias, cuyo currículum político da para una conferencia de un par de horas o una miniserie con media docena de capítulos, provoca perplejidad con las afirmaciones realizadas en una entrevista publicada este fin de semana en el diario tinerfeño El Día. Al ser preguntado por su etapa ministerial (1993-1996) y las actuaciones del gobierno de Felipe González sobre la corrupción, los GAL y la necesidad de haber limpiado a fondo las cloacas del estado, el biministro responde: ¿Cloacas del Estado? He sido ministro y no sabía ni que existían fondos reservados, ni que había esa partida y que ocurre lo mismo en otros países”.
Ante semejante respuesta caben dos opciones: celebrar el gran sentido del humor –trufado de sarcasmo- del ex ministro, o apuntarle de inmediato en la larga lista de cínicos sin remisión que pululan y han pululado por las administraciones del estado. La tercera opción es inviable: la de atribuir la ignorancia de asuntos como los fondos reservados, a una persona con su bagaje cultural y político.
En los años en que fue ministro, el asunto de los GAL y de los fondos reservados (o fondo de reptiles, como prefieran) estaban a la orden del día en las portadas de los periódicos de todo el país, entre otras cuestiones porque los principales implicados en los Grupos Antiterroristas de Liberación habían sido procesados por los tribunales de justicia, y el manejo de los fondos reservados era una de las pruebas de cargo contra varios de los acusados.
El terrorismo de ETA ha sido durante décadas el azote más grave de este país, con más de 800 personas asesinadas por los fanáticos del nacionalismo y las pistolas, pero las actuaciones de los GAL (con 27 víctimas mortales) supusieron una gasolina fundamental para alimentar la paranoia asesina de los etarras.
Conviene con estos hechos ni olvidar ni hacer ejercicios de desmemoria o ignorancia.
Un poco de música con el gran Luciano Pavarotti