Veamos:
El ébola ha provocado una situación de crisis.
Una crisis es cualquier eventualidad que rompe el normal equilibrio de un colectivo hacia un estado peor.
Una crisis es tanto más importante cuanto mayor sea el colectivo al que afecta y peores sean las consecuencias de esa nueva situación.
La evolución y el estado de la crisis han de ser comunicados con perfección para, principalmente, evitar que parezca más grave de lo que es.
Si, por una comunicación defectuosa, la crisis parece más grave de lo que es, se genera un círculo vicioso que podrá devenir en una situación crítica.
Una situación crítica no es lo mismo que una crisis: es mucho peor…, y no se trata de la misma manera.
¿Qué podemos entender por comunicación defectuosa? Lo ocurrido con la situación de crisis del ébola entre el 6 y el 10 de octubre de 2014.
Es decir:
Se eludieron preguntas de los periodistas en la primera rueda de prensa.
Faltó firmeza y seguridad por parte de la ministra de Sanidad en la primera rueda de prensa.
No se designó un comité de comunicación de crisis hasta cinco días después del comienzo de la crisis.
Se apartó de la primera línea a la ministra de Sanidad -¡uff!-.
No se contrarrestó el aluvión de informaciones inexactas en las redes sociales.
La periodicidad de los comunicados fue insuficiente y sin planificación.
Los responsables políticos no estuvieron a la altura de la situación y se echó de menos una reacción inmediata y contundente de los superiores políticos: una ministra de Sanidad que no puede liderar el comité de crisis debe ser destituida. No hay que esperar a su dimisión; un consejero de Sanidad que no aporta información objetiva sino que emite juicios prepotentes y despectivos debe ser destituido. No hay que esperar a su dimisión.
No hubo intervención ni declaración inmediata y contundente del presidente del Gobierno.
En definitiva:
Todos los ciudadanos de a pie pensamos que allá arriba, en la estratosfera de la alta política nacional, cuentan con entrenamiento suficiente para afrontar situaciones problemáticas que requieren de una comunicación especial, que se les prepara para ello. Pero una vez más, vemos, decepcionados, que no es así.
Se suele decir que lo que no se comunica, no existe. Pero en situación de crisis, lo que no se comunica sí que existe, pero de una forma mucho peor y más fea que la propia realidad de lo no comunicado.