Los relatos que narra esta interesante cinta argentina son ciertamente salvajes. Hay muchísima maldad y una enorme cantidad de mala baba en esta película del hasta para mi desconocido Damián Szifrón. También interpretaciones excelentes, desasosegantes y buenísimas de una rutilante colección de actores y actrices argentinos de primera línea convenientemente enmarcados y embutidos en sus personajes gracias a un libreto de precisión milimétrica compuesto por el mismo director, un profesional que sabe sin duda dónde colocar la cámara en cada plano del metraje.
Si lo que pretende Szifrón es hacer una radiografía del estado actual de la sociedad argentina, el resultado no puede ser más inquietante. Se trata de un conjunto de relatos muy bien desarrollados, en los que cuenta una serie de historias espeluznantes, algunas de ellas llevadas al paroxismo del terror y la comedia más macabra, a la vez que proporcionan en contadas ocasiones alguna carcajada aislada en el espectador no avisado.
En cualquier caso, vaya por delante que lo que cuentan los microrrelatos de esta película puede suceder en cualquier lugar de este planeta, puesto que lo verdaderamente importante de la cinta de Szifrón es que, más allá de particularismos australes, Relatos salvajes disecciona con precisión de bisturí y bastante mala leche el lado más oscuro de la naturaleza humana, que, sin duda, tenemos todos; pero que, ya sea por miedo a nosotros mismos o por convencionalismos sociales y de otro tipo, no dejamos que aflore a nuestra superficie condicionando nuestro comportamiento cotidiano. O, al menos, no de la forma tan disparatada con que lo desarrollan los personajes construidos por este realizador argentino.
Por supuesto que una riña de tráfico, una infracción automovilística o un atropello con fuga en muy contadas ocasiones suelen desencadenar los terribles dramas a los que asistimos en Relatos salvajes, pero qué duda cabe de que el comportamiento de los seres humanos es impredecible y, a veces, puede llevar a un estallido de ruido y furia como los que Szifrón describe en esta perturbadora cinta.
Parece claro a estas alturas que el cine argentino vive una auténtica edad de oro durante los últimos diez años. Obras como Mundo grúa, El hijo de la novia, Iluminados por el fuego o El secreto de tus ojos, entre otras muchas, son un claro ejemplo de la afirmación anterior. A este magnífico elenco de obras se une ahora estos Relatos salvajes, con los que nos ha obsequiado la inteligencia y perspicacia de Damián Szifrón.
Las interpretaciones de auténticos colosos de la talla de Grandinetti, Sbaraglia o Darín son un plus que contribuye a redondear una película única y original que viene a constatar que el cine realizado en el país austral se encuentra en auténtica plena forma.
