
Sede del Partido Popular en Madrid. / WIKIPEDIA
Las impresiones no tienen una demostración científica, aunque en muchas ocasiones nos dan pie a obtener un resultado final contrastado con la realidad. En la mesa de billar, en el tapete verde, el Partido Popular (PP) ha tocado la bola equivocada: la negra. Pierde la partida. La esfera oscura representa el fin de la jugada, metaforizado en los casos de corrupción que están hiriendo a los populares en España y, por ende, manchando la ya denostada imagen de un país que ve en el turismo de la estafa una fuente de riqueza.
Muchos nos preguntamos dónde está el PP. No se les oye como antes, no les consta y ni se les espera. En el Cabildo están desaparecidos y, salvo en algunos municipios, poco se les escucha. Tal y como comentamos en una tertulia de periodistas, los populares en Santa Cruz, con Cristina Tavío al frente, se están moviendo, presentando una opción factible para pugnar con José Manuel Bermúdez.
En el Parlamento, una descarada obediencia al jefe y líder carismático, el gerifalte José Manuel Soria. Todos los partidos juran fidelidad a su máximo, pero la situación, desde mi punto de vista, adquiere tintes demasiado desmesurados. Incluso, el presidente del partido en Tenerife, Manuel Domínguez, ha bajado su playtime en relación a hace un año. También tiene lo suyo en el Ayuntamiento de Los Realejos, aunque, vista la poca oposición, se prevén unas elecciones relativamente fáciles.
Por su parte, Asier Antona, batallador a manera de guerrero hoplita, invita en su favor a las prospecciones, a realizar una consulta sobre cuestiones que realmente preocupan a los canarios.
¿Se imaginan si nos dieran la oportunidad de expresar nuestra opinión en relación a la sanidad, la educación o la inversión? Estamos en España y eso solo lo hacen países subdesarrollados como Suiza o Finlandia.
Si valoramos la presencia del PP en algunos ayuntamientos, por citar Puerto de la Cruz, uno de sus posibles candidatos, Sebastián Ledesma, prometió plena fidelidad a la nueva alcaldesa de Coalición Canaria. No sé si tanta nobleza puede pasarle factura. Lope Afonso parece la apuesta más lógica para liderar el proyecto.
En La Orotava, La Laguna, Adeje, La Matanza o El Sauzal, por citar algunos municipios más, la oposición popular poco se nota, teniendo escasas posibilidades de cara a los juegos políticos de 2015. Bueno, no recuerdo ahora qué hay del expediente de expulsión del alcalde de San Juan de la Rambla, Tomás Mesa. En cambio, en Güímar, la alcaldesa Carmen Luisa Castro, y su socio, Sixto Alfonso, ponen en evidencia el nivel y la educación política en este insigne municipio de la Isla.
Como todo suma, la elección de candidatos del PP provoca intriga, contubernio y suspicacia, factores que influyen en la temperatura de los conservadores. Se sigue pidiendo a gritos más autocrítica y menos defensa de lo irremediablemente injustificable. Me acuerdo ahora de que la única representante del PP que ha sido consecuente durante la ebullición de la crisis del ébola ha sido la diputada palmera Mayte Pulido, que exigió de forma clara el cese del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid.