El juez es una película correcta y eso no se puede negar. Tiene todos los ingredientes para mantener al espectador sentado en su butaca: drama familiar, intriga legal y muchas gotas de sentido del humor para aderezarla. Pero, desde mi punto de vista, esto no es suficiente, sobre todo porque la película no llega a coger un buen ritmo. La primera media hora se hace pesada y luego, aunque mejora, no deja de ser algo lenta.
La historia no es nueva: padre e hijo que no se hablan desde hace años por algo oscuro que sucedió en el pasado y que por causas del destino se tienen que volver a reunir y a ayudarse. En el caso concreto de esta película, el padre (Robert Duvall), juez de un pequeño condado, es acusado de haber atropellado a un hombre y será su hijo (Robert Downey Jr) el que lo defienda, aunque su padre al principio no quiera. A partir de ahí saldrá todo el rencor, amor, orgullo y respeto que siente uno por el otro. Como dije, nada nuevo.
Lo mejor de la película es el duelo interpretativo de esos dos grandes actores, sobre todo Duvall, que una vez más demuestra su gran calidad ante las cámaras interpretando a un juez severo, muy enfermo pero sin perder en ningún momento su honestidad, aunque las lagunas de su memoria le jueguen malas pasadas. Como oponente, Robert Downey Jr, menos histriónico que en otras ocasiones pero interpretando un papel en el que se le encasilla con facilidad: el de chico listo, triunfador, pero con un lado algo oscuro.
Los diálogos entre ellos, las miradas y las situaciones límite son las que merecen la pena ver en esta película dirigida por David Dobkin, que hasta ahora se había decantado más por la comedia que por el drama, género al que, a lo mejor, debería volver.
El resto de actores mantienen el nivel, principalmente porque se cuenta con intérpretes de la talla de Vera Farmiga, en el papel de la exnovia del hijo; de Billy Bob Thornton, en el de fiscal, y de Vincent D’Onofrio, como hermano mayor.
En definitiva, la película se deja ver, aunque se sale del cine con la sensación de que no se ha visto nada nuevo, que se han pasado dos horas largas viendo una trama agradable, bien hecha, pero que no ha conmovido. Se hace amena porque la cinta está llena de salpicaduras de humor y de diálogos irónicos. Pero sin duda ese reencuentro con el pasado del protagonista, su regreso al antiguo hogar, a ver a sus hermanos, a su exnovia, a todo aquello de lo que huyó con 17 años, ya lo has visto muchas veces. Y esto por no hablar de un final que, aunque apuntaba a ser bueno, se vuelve, por desgracia, muy empalagoso.