La satisfacción de un momento es la ruina del siguiente.
Howard P. Lovecraft
Leía hace unos días un interesante artículo sobre La ilusión del caminante que no es otra cosa que la sensación que nos queda cuando, al terminar un proyecto o trabajo, pensamos que hubiésemos podido conseguir más.
Es una suerte de insatisfacción que hace que casi cualquier empresa que emprendamos esté abocada a no cumplir nuestras expectativas. Y, aunque parezca algo extraño, esto tiene una relación directa con la ansiedad o el estrés que podemos experimentar en el día a día.
Porque ¿cómo vamos a estar dilatando permanentemente la satisfacción? A costa de no disfrutar de cada pequeño paso, lo que terminamos consiguiendo es algo que se asemeja más con el alivio que con la alegría.
Es un modelo que arrastramos desde la infancia. Es el estilo educativo que se nos ha impuesto. Poner por delante el objetivo final tiene, además del efecto señalado sobre nuestro estado de ánimo, el del llegar a conseguir que perdamos el interés por lo que estamos haciendo.
Desde luego que educar en el esfuerzo tiene una gran importancia. Debemos insistir en ello. Pero ¿de golpe? Porque al final lo que estaremos consiguiendo es personas incapaces de disfrutar ni del camino ni de las vistas al llegar. Por eso planteémonos, individualmente, qué significa aquello que estamos haciendo en cada momento. Porque ése es el reto. La realidad no es que, cuando consigamos algo, nos dé una sensación extraña de insatisfacción. Lo que ocurre es que nos ponemos en piloto automático, y no somos conscientes de cada paso que damos para conseguir nuestro objetivo. Ponemos todas las expectativas en el resultado final. Y esto, inevitablemente, nos va a decepcionar.
Disfrutemos del momento, enseñemos a hacerlo y veremos cómo cambian las cosas.
Leocadio Martín Borges Psicólogo
www.leocadiomartin.com @LeocadioMartin fb.com/LeocadioMartinCambiate