Las películas de acción no son mis favoritas, la verdad. Las veo, me entretienen y ya está. No espero mucho más de este tipo de películas; creo que ése es su fin: entretener al espectador durante dos horas. Y esto lo consigue perfectamente Matthew Vaughn en su película Kingsman. Vaughun se encargó también del guión de esta cinta, que está basada en unos cómics escritos por Mark Millar y dibujados por Dave Gibbons.
La historia es entretenida, simpática y algo violenta de más (ésta es la parte que a mí menos me gusta pero que seguramente sea la que atraiga a muchos espectadores al cine). La protagoniza un siempre impecable Colin Firth, en un papel muy alejado de lo que nos suele tener acostumbrados, un veterano agente secreto inglés que se encarga de refinar y adiestrar a un joven algo macarrilla con el que tiene una deuda pendiente, interpretado por un totalmente desconocido Taron Egerton, que se sacude a la perfección en su primer gran papel. Además, Firth tendrá que salvar el mundo, ya que el villano de la peli, Samuel L. Jackson, quiere cargarse a casi toda la población mundial para salvar el planeta… Ahí queda eso.
Con guiños a las cintas de James Bond, a otras de superhéroes y hasta a la película El resplandor, Kingsman cuenta cómo se prepara un grupo de jóvenes para convertirse en agentes secretos al más puro estilo inglés…, traje a medida incluido.
Vaughun sabe darle ritmo y tensión a sus películas. Ya lo demostró en Xmen: primera generación, su anterior trabajo, con el que se consagró como director con el aplauso de crítica y taquilla. En Kingsman esta tensión tiene una vuelta de tuerca más con las escenas de violencia que en alguna ocasión recuerdan el más puro estilo de Tarantino.
La violencia, la ironía y la acción son los tres pilares de esta cinta, en la que, además de destacar a los tres actores principales, creo que se merece una mención especial Mark Strong, actor británico (al que acabamos de ver en The imitation game) casi siempre secundario que asume perfectamente el rol de monitor frío y distante del que no sabes si fiarte de él o no a lo largo de casi toda la película. Y cómo no nombrar a uno de los grandes del cine, Michael Caine, que, aunque no tenga un papel principal, llena la pantalla sólo con su mirada.
No quiero olvidarme de la música que marca el ritmo de la película. La banda sonora, compuesta por Henry Jackman y Matthew Margeson, es perfecta para esta peli de espías. Y las canciones marcan el toque final. Sólo decirles que la peli empieza con Money for nothing de Dire Straits en los títulos de crédito. Este es sólo el comienzo de una selección de temas, entre los que destaca Lynyrd Skynyrd y su clásico Freebird.
En definitiva, una película de acción con mucha ironía y estilo propio, de la que no me extrañaría que hubiera una secuela.