3.0 Psicologia

Bondad

Vicente Ferrer.

Qué difícil resulta. Al menos para mí. Intento ver el “escenario amplio” de la crueldad humana. Esa que se manifiesta en el daño a los demás, de formas horrorosas. Me resulta especialmente complicado, porque mi tendencia es a empatizar siempre con las víctimas. Por esto, hoy quiero compartir con ustedes algunas reflexiones que se salen de mi zona de confort, de la profesional y de la personal, esta última íntimamente inserta en mí.

El medio para hacer cambiar de opinión es el afecto, no la ira.

Dalai Lama


Vicente Ferrer.

Vicente Ferrer.



Qué difícil resulta. Al menos para mí. Intento ver el “escenario amplio” de la crueldad humana. Esa que se manifiesta en el daño a los demás, de formas horrorosas. Me resulta especialmente complicado, porque mi tendencia es a empatizar siempre con las víctimas. Por esto, hoy quiero compartir con ustedes algunas reflexiones que se salen de mi zona de confort, de la profesional y de la personal, esta última íntimamente inserta en mí.

Si observamos lo que ocurre en estos casos que nos indignan o sobrecogen, el guión parece bastante claro: unos hacen daño y otros lo sufren. Sencillo ¿verdad? Vemos el final de una cadena. En la que alguien ha llegado para agredir a otro. Y así reaccionamos. Luchar contra el maltrato es castigar a los maltratadores, hacerlo contra el terrorismo es eliminar a los terroristas y así siempre. Ponemos el remedio al final. Muchas veces porque, simplemente, no lo hemos visto venir ¿No olvidamos algunas cosas? Evidentemente, y en muchos casos, a las propias víctimas. Es como si castigar a quien ha infligido el daño solucionara el dolor de quien lo ha sufrido. Y no es así.

En segundo lugar, olvidamos la prevención. No analizamos cómo hemos podido llegar a situaciones que provoquen actos tan atroces. Hemos hecho avances, qué duda cabe, pero, por ejemplo, en el maltrato, echo en falta una decidida línea de actuación para prevenir la dependencia emocional, el origen del mismo.

Al igual ocurre con otros casos. Como los jóvenes europeos que acuden a la llamada de la yihad, embelesados con promesas de una vida más allá de esta. Nos quedamos en lo fácil. En suponer que es producto de la desviación de una religión. Olvidando que otros muchos más, la profesan en paz.

Probablemente tengamos que seguir haciendo cirugía durante un tiempo para erradicar a quienes ya han contraído la enfermedad. Pero, haciendo una promoción de valores, de bienestar, de equidad, respeto e igualdad, iremos poco a poco ganándole terreno a este mal de la humanidad, que es el odio. Porque, si existe algo claro, es que donde habita el amor, el odio no puede crecer.

Por esto el título de hoy. Promovamos la felicidad, eduquémosla en las escuelas, enseñemos su origen íntimo y su dependencia de nosotros mismos. Para esto hay que dar un vuelco a nuestro sistema de creencias revanchista y pensar en grande. Entendiendo que la única salida duradera es esta, la bondad. Y su educación.

Leocadio Martín Borges Psicólogo

www.leocadiomartin.com @LeocadioMartin fb.com/LeocadioMartinCambiate

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