“ El odio no disminuye con el odio. El odio disminuye con el amor”
Buda
La aporofobia es el «odio, repugnancia u hostilidad ante el pobre, el sin recursos y el desamparado» que cuando se manifiesta en agresiones o vejaciones pasa a engrosar la cifra de «delitos de odio» que recoge el ministerio de Interior.
Y no es una enfermedad. Ni un trastorno psicológico. Se trata, exclusivamente, de una acción detestable que se perpetra hacia una persona que está en inferioridad de condiciones. Y es otro de los términos que salen a la luz con un cierto “tinte psicológico”. Homofobia, xenofobia … son otros. Son delitos de odio, que al etiquetarlos de la misma forma que trastornos psicológicos del espectro de las fobias (claustrofobia, agorafobia …), confunden a la opinión pública.
No estoy sugiriendo que este tipo de actitudes o acciones, las pseudofobias, como me he permitido llamarlas, no tengan un abordaje psicológico. Desde luego que si lo tienen. En el ámbito de la reeducación. Es una labor ardua que se debe comenzar en la escuela y que, en algunos casos, se termina desarrollando en centros penitenciarios.
En otros casos éstas pueden formar parte del espectro que producen trastornos como las psicopatías o sociopatías, pero nunca lo son en si mismo.
No es la primera vez que llamo la atención sobre este aspecto, lo se. Pero desde este humilde espacio de reflexión no quiero dejar de volver a recordar el impacto, que el etiquetado psicológico de algunas acciones deleznables, puede tener en la sociedad. Porque parece que así lo que estamos haciendo es justificándolo de alguna manera, sugiriendo que hay una causa para ello.
Y, en un país en el que estamos demasiado acostumbrados a que se justifique la violencia, basándose en supuestas razones más o menos elaboradas, creo que la psicología no debe contribuir, nunca, a esta ceremonia de la confusión.
Leocadio Martín Borges Psicólogo
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