The Fire Next Time es la nueva group show en la Galería Leyendecker.
Ficha técnica
Título: The Fire Next Time
Autores: Ángel Otero, Michael Cline, J.English Leary, Kenny Rivero, Kysa Johnson.
Espacio: Galería Leyendecker
Ramblas de Santa Cruz, 86
Horario: L-V de 10 a 20h.
Comisario: Christian Viveros-Fauné.
Duración: hasta el 10 de julio.
Web: leyendecker.net

Sin título, 2014. Àngel Otero. / CANARIAS3PUNTOCERO
Los cinco artistas ilustrados en The Fire Next Time tienen como noción única común su lugar de trabajo: la ciudad de Nueva York. Sus propuestas sin embargo, vibran en diferentes longitudes de onda.
Las piezas expuestas de Michael Cline ilustran el acopio y la acumulación dentro del lienzo. Se exploran los límites del pequeño formato para insertar distintos retales de vivencias que el autor mienta como piezas autobiográficas. Naturalmente, la existencia y la memoria se componen de momentos caóticos e interesados, diseñados por el narrador. Se discute aquí la manera de comprender estas partículas propias.
La única obra aprovechable de las dos expuestas de Kenny Rivero, da título a la muestra. En ella se produce un debate del todo contemporáneo: la quietud frente al bullicio, el caos contra el orden, el pecado contra la virtud. La pieza tiene visos de hacer experimentar al espectador un cierto tumulto moral. Sin embargo, la dicotomía planteada se percibe, a fin de cuentas, como demasiado moralista en un mundo de límites líquidos.
James English Leary, cuya obra ha conocido ya una exposición individual en este mismo espacio –Rorsach Rhapsody-, expone en In vitro abstraction. En ella, se observa una nueva manera de concebir el soporte del lienzo, de formas caprichosas. Todo en la pintura expuesta de Leary termina remitendo a un cierto tono infantil. Es cierto, como ya apuntó Noemí Feo Rodríguez en su visión de la muestra anterior citada, que la obra de Leary puede hacer referencia a la poética cartoon de Philip Guston, pero del mismo modo alude al plástico brillante y esquematizador de las esculturas pop de Wesselmann.
Por su parte, la artista Kysa Johnson, ilustra una manera de trabajar puramente científica concebida desde un punto de vista micro o macroscópico, según el albedrío de la autora. Esta visión de la denominada como pintura molecular se percibe aquí como un nocturno de Chopin. Una suerte de fórmulas, notas en el pentagrama, van disgregándose produciendo todo tipo de contornos, ya sean constelaciones, formas arbóreas, etc.
El que posiblemente sea el artista más talentoso de la muestra es Ángel Otero, puertorriqueño afincado en Nueva York y con una reciente exposición en CAAM, refleja una manera de trabajar a medio camino entre el action painting y el assamblage. Sus lienzos tienen una vividez casi mórbida a pesar de remitir a un tipo de pintura cuyos resultados distan de provocar sentimientos orgánicos. Otero consigue engordar el lienzo, dotarlo de movimiento y de senderos a lo profundo y a lo alto, creando una geografía imposible en la superficie.
En definitiva, Leyendecker expone, a modo de microsite, a artistas de proyección internacional. El éxito es impredecible, pero los pasos hacia él deben ser contemplados y evaluados con minuciosidad.