Escribir sobre África sin caer en estereotipos o prejuicios sociales se convierte en una tarea ardua complicada. Tendemos a hablar de este continente como si de un solo país se tratara, generalizando los problemas a todos los rincones africanos. El maltrato mediático al que sometemos a esta tierra a base de burdas informaciones, sin más análisis que el puramente estético, ha tenido como consecuencia la total desinformación y mitificación de los 54 países que componen el continente.
El escritor keniata Binyavanga Wainaina, de una manera brillante, utiliza la ironía para aconsejar a todos aquellos que se dispongan a escribir sobre África. En su libro How to write about Africa?: ciudadideas.blogspot – como escribir acerca de africa el autor, entre otras muchas recomendaciones, nos aconseja que tratemos a África como si fuera un solo país, sin enrollarnos con detalles y descripciones, ya que hay 900 millones de personas que están demasiado ocupadas pasando hambre, muriendo, guerreando y emigrando como para leer tu libro.
También nos recomienda no escribir sobre amor entre africanos (a menos que haya una muerte); no hacer referencias sobre escritores o intelectuales africanos; no mencionar que los niños van al colegio, especialmente los que no sufren de deformaciones, fiebre del ébola o mutilación genital femenina.
A la hora de seleccionar los personajes, Wainaina nos señala que no pueden faltar los guerreros desnudos, sirvientes leales, políticos corruptos y mujeres hambrientas que vagabundean casi totalmente desnudas por los campos de refugiados esperando la ayuda de Occidente. Bajo ningún concepto podemos escribir sobre personajes africanos riendo, luchando por educar a sus hijos o haciendo cosas mundanas. Incluso nos recomienda cómo finalizar nuestra obra, pues debe terminarse con Nelson Mandela diciendo algo sobre el arcoíris y el renacer de la esperanza. Al lector le importan esas cosas.
De esta manera irónica y genial, el escritor denuncia la imagen que nos han trasladado a Occidente a lo largo de los años, sobre todo tras la descolonización paulatina que se desarrolló en el continente en torno a la Segunda Guerra Mundial. Debemos de tener en cuenta que esta descolonización, entre otros factores, fue posible gracias a la emergencia de los movimientos nacionalistas anticoloniales, promovidos en sus inicios por indígenas, siendo la revolución egipcia liderada por Nasser un punto de inflexión en la independencia contra las metrópolis (Enlace: biografiasyvidas – nasser ).
Crecimiento económico
En el último informe de la OCDE (Enlace: africaneconomicoutlook.org ), los datos económicos de todo el continente africano son realmente esperanzadores. Este año las economías africanas avanzarán a un ritmo del 4,5%, el próximo año al 5% y en los próximos años la tendencia es lograr tasas superiores al 6%. La demanda interna sigue imparable, la cualificación de los habitantes es más habitual y la demanda de mano de obra abre un nuevo abanico de posibilidades especialmente para los jóvenes.
Este año las economías africanas avanzarán a un ritmo del 4,5%, el próximo año al 5% y en los próximos años la tendencia es lograr tasas superiores al 6%
Canarias y África
Con estos datos, y con nuestra privilegiada situación geográfica, es inevitable preguntarse el porqué los jóvenes canarios, dramáticamente azotados por el paro, no se quitan la venda de los ojos y dirigen su mirada ante semejante mercado. Cada vez es más habitual encontrar a canarios desarrollando su actividad laboral en África, pero sigue siendo una cifra muy inferior teniendo en cuenta las grandes posibilidades de desarrollo.
Es inevitable preguntarse el porqué los jóvenes canarios, dramáticamente azotados por el paro, no se quitan la venda de los ojos y dirigen su mirada ante semejante mercado en África
Es aquí cuando volvemos al principio, para buscar una respuesta en la mitificación africana. Tenemos poca información de lo que está pasando ahí en frente, en esa tierra que tenemos a 30 minutos en avión. Y la poca información que tenemos no nos invita a ir para nada. Al fin y al cabo, como diría Wainaina, el africano moderno es un gordo que roba y trabaja en la oficina que da las visas, negándose a dar permiso de trabajo a occidentales cualificados que lo único que quieren es ayudar a África, un enemigo del desarrollo que siempre usará su trabajo en el gobierno para dificultar que los esforzados y benevolentes expatriados de occidente instalen sus ONGs o sus áreas de Protección Ambientales”.