La Atlántida en una botella

Desde siempre la Atlántida me tiene imaginando. ¿Se la inventó Platón como una fábula o no? ¿O a lo mejor Poseidón había creado con sus poderes divinos esa tierra perdida y tan buscada? ¿Quizás se mezclaron los mitos de un milenio, las leyendas y la realidad al traducir mal los sacerdotes egipcios al viajero griego?
Pero aquí les traigo una botella de vino llamado Atlante con la preciosa etiqueta representando esa tierra sumergida bajo el agua con toda esa civilización “madre” que había dado origen a todas las grandes civilizaciones subsiguientes, desde Egipto hasta los incas. Nadie pudo averiguar donde se encuentra, ni si de verdad existió pero todos la describen como una tierra con conocimientos y tecnología avanzada.
¡Quién sabe dónde empieza la historia de esa isla prometida donde a veces es mejor un pasado manipulado para complacer al presente!
Con una copa de Atlante soñé que Canarias también es un trocito de Atlántida: “Hace mucho tiempo, cuando existían solo dioses y atlantes, en una tierra muy bella llena de contrastes, acariciada por mar, vivían protegidos sus moradores en paz y armonía. Se bañaban en aguas cristalinas, calmas, disfrutando la vida. Estos seres afortunados adoraban al sol, la escritura, el vidrio, el compás, bebían vino sabiendo que tenían todo el tiempo del mundo, no querían moverse a ninguna parte. Pero olvidaron el pacto firmado con los dioses, sus gobernantes, y se desviaron de las nobles leyes y principios del Universo. Por ello conocieron la furia de los dioses, les castigaron sumergiendo a los fondos jamás explorados, donde nadie nunca jamás les encontrará. Cuando la Atlántida fue destruida en el gran cataclismo, los supervivientes colonizaron otras partes del mundo, fundieron civilizaciones, construyendo pirámides para rememorar a los dioses, plantando viñas para conseguir la bebida más noble de todas”. Algunas partes afortunadas de la Atlántida resurgieron de un mar profundo y con ellas los vinos atlánticos.
El vino tinto ATLANTE 2013 de producción limitada a 1.150 botellas
Ensamblaje de dos variedades: 50% Listán Negro y 50% Vijariego fermentadas por separado en un lagar abierto de hormigón , criadas sobre sus lías 12 meses en bocoy y barricas de roble francés y americano. Sin filtrar. D.O.Valle de La Orotava
El vino embotella Jesús González de Chaves , un afortunado bodeguero con paciencia y serenidad, de sus viñas heredadas de la parcela Quinta de San Antonio. Con vendimia manual en el mes de octubre, ya que en meses de julio y agosto la zona goza de poca luminosidad, por el conocido fenómeno de ” la panza de burro” , que ayuda a madurar lentamente.
(Prefiero imaginar que los dioses protegen las viñas de las quemaduras del sol ardiente con esas nubes bajas) las viñas guiadas en trenzas giradas, resecas, retorcidas por la edad en los suelos arcillosos y de roca volcánica . Esa manera de conducir la viña en cordón trenzado se mantenido en la zona para aprovechar la tierra, sin mecanizar sorprende a todo aquel que la visita ya que es única en el mundo.
De rojo sangre con reflejos de cereza, sin capa alta pero con preciosas lágrimas lentas, en la nariz se presenta sereno, elegante, de aroma profundo a ciruelas negras en sazón, con sensual aroma a cacao puro, a tabaco, con notas especiadas de potencia contenida, de madurez frutal a la sombra de nubes y fértiles rocas volcánicas. Uno de esos vinos con plenitud que crece en la copa y nos hace recordar los mejores momentos de la vida.
En boca es un vino romántico, envolvente, con taninos redondos, minerales, casi peligroso por su suave calidez y final licoroso. Me lleva a aquel lugar que siempre deseado visitar. Es un vino para dibujar una tarde perfecta entre amigos, no necesita un maridaje especial para sentir su carácter arrollador.
Lleno de poder, grandioso Atlante resurgiendo entre los otros vinos atlánticos, de deseos cumplidos con una gota de mar en los labios, confirmando que la Atlántida existió.