La radio santa

Así titulé, hace años, un artículo que escribí para el libro ¡Oh, la Radio!, previamente publicado en el diario La Opinión de Tenerife cuando estaba dirigido por el periodista Francisco Pomares. Y fue en estas fechas, en la llamada Semana de Pasión o más conocida como Semana Santa, cuando me refería a cómo la Radio prescindía de su programación habitual para llenarse de contenidos religiosos, tanto en la palabra, en los textos leídos o improvisados como en la difusión de la música a base de saetas, piezas religiosas de diversos autores, especialmente de Juan Sebastián Bach, o cornetas y tambores interpretando marchas propias de los desfiles procesionales.
Eran otros tiempos y, especialmente, en los del franquismo. La pauta de la programación la dictaba el llamado Ministerio de Información y Turismo y que hacía llegar a todas las delegaciones provinciales que, a su vez, trasladaban a las distintas emisoras de radio, tanto públicas como privadas, para su estricto cumplimiento.
Radio Nacional de España (RNE) y Radio Cadena Española (RCE), especialmente, llevaban a sus oyentes el sonido de numeras procesiones de toda España, sobre todo andaluzas; pero también de las que recorrían las calles de las islas, sobre todo de las capitales principales como Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria y con atención muy destacada a la de La Laguna, como la denominada procesión de la madrugada en donde se suelen escuchar, dedicadas a las imágenes del desfile religioso, malagueñas de nuestro folklore, pero con letras propias, especiales para la ocasión y dirigidas a las vírgenes, cristos y santos que recorren las vías de la ciudad de los Adelantados.
Las emisoras privadas también acudían a actos religiosos principales y los transmitían tanto en directo como en diferido. ¡Cuántas veces oí al histórico y recordado Arturo Navarro Grau por Radio Club transmitiendo desde el edificio Cremades, en la calle de La Rosa, la conocida como procesión de El Encuentro!
Las ondas se llenaban también de discursos pronunciados por los denominados oradores sagrados que recordaban la vida de Jesús, muerte y crucifixión y animaban al recogimiento espiritual y a la asistencia a los actos procesionales y a los cultos, propios de las fechas, en templos, iglesias, capillas…
El Antiguo y Nuevo Testamento eran recordados, tanto con lectura de los principales capítulos, versículos, etc., como con pasajes dramatizados por cuadros de actores de las emisoras o del teatro escénico, invitados a las ondas para la ocasión. Y no faltaba nunca un recordatorio al Sermón de las Siete Palabras de Cristo.
Hasta 1975 era sí. Hoy nada es igual. Hay referencias, sí, pero la programación en cadenas radiodifusoras y postes locales suele ser la habitual sin modificación de los servicios de información y la programación diaria, de lunes a domingo, pero con algún retoque o añadido religioso. Naturalmente, es la emisora de la Iglesia, la Cadena de Ondas Populares, Cope, la que se llena más de contenidos, digamos santos, y de actos programados por las parroquias que sirven de orientación a los fieles católicos, especialmente.
En aquellos tiempos había hasta curas radiofonistas. Incluso en plantilla o como colaboradores fijos.Era un ejemplo en todo el país el muy conocido padre Venancio Marcos y recuerdo en Santa Cruz de Tenerife al padre Sierra Muriel dando sus pláticas por Radio Club Tenerife y al padre Juan de Candelaria a través de la ondas, con un lenguaje sencillo, pero ardoroso, por Radio Juventud de Canarias.
No se olvide que, por entonces, España tenía firmado un concordato, desde 1953, con la Santa Sede, que obligaba a nuestro país a tratar el tema religioso con la máxima deferencia.
Si antes, como dije, la música de Bach inundaba los receptores de radio, durante la Semana Santa, y también la de otros autores como Mozart, o el Te Deum Laudamus, el Magnificat, el Ave Verum Corpus y hasta Jesucristo Superstar, hoy cualquier pieza bolerística, caribeña, folklórica o rockera puede estar emitiéndose a cualquier hora del día.
La catilinaria de Marco Tulio Cicerón, ¡Oh tempora o mores! resume aquel tiempo y el hoy de la programación de la Radio en los días de Semana Santa. Sí, los tiempos cambian y también las costumbres.
Aunque, sí, es verdad, que la Radio sigue siendo un medio de apostolado.
¡Bendita sea!