El despertar ruandés

En 1994 la humanidad asistió a uno de los episodios más tristes de la historia. Un episodio que se puede equiparar a lo vivido en la Segunda Guerra Mundial. Pero esta vez el escenario no era europeo, estaba en África, en un país centroafricano llamado Ruanda. En ese año, en un período de tan solo cinco meses, fueron asesinadas alrededor de 900.000 personas, en su gran mayoría la población del estamento tutsi. Una masacre en la que hay que sumar los millones de personas que se convirtieron en refugiadas, en un país que en el año 94 apenas contaba con ocho millones de habitantes. País que además tenía una esperanza de vida realmente baja, el exterminio que sufrió la etnia tutsi por parte de la población hutu pasará a la historia como uno de los episodios más desagradables de la humanidad.
Aunque el desencadenante de esta masacre lo podemos situar en el atentado que sufrió el por entonces presidente hutu ruandés, Juvénal Habyarimana, que llevó a una despiadada guerra civil en el país, las causas de este hecho las debemos situar en la colonización europea de África, y más concretamente en las consecuencias que dejó esta colonización en numerosos países africanos. La etnia tutsi, ganaderos en su mayoría, era la favorita de los colonos alemanes primero y de los belgas posteriormente. Esto llevó a una marginación total de los hutus, agricultores en su mayoría, que supuso una división radical en dos poblaciones hermanas. Es un ejemplo muy claro del daño que hizo la colonización en numerosas poblaciones locales que se convirtieron en íntimas enemigas.
En la actualidad, Ruanda es un ejemplo del despegue económico de África. Entre 2001 y 2012, el PIB ruandés creció 8%, en 2013 un 4,3% ,en 2014 un 7% y un 4,7% en 2015. Es un país elogiado por el Banco Mundial, por la Unión Europea y por el Fondo Monetario Internacional. La principal fuente de ingresos, además del turismo, las plantaciones de té y las ayudas internacionales, se basa en las nuevas tecnología y la inversión china en el país. Aunque el salario medio sigue siendo insuficiente como para hablar de un despegue real, las previsiones para el año 2020 son realmente esperanzadoras. Según el Banco Mundial, Ruanda es el tercer país africano en el que es más fácil emprender negocios, algo muy atractivo para nuevas inversiones. Inversiones basadas principalmente en infraestructuras, lo que ha supuesto un gran salto cualitativo en materia económica.
Es evidente que hace falta avanzar de manera importante en materia de libertades, ya que las facilidades que tienen las inversiones extranjeras, no son tantas para los propios ruandeses. La reconciliación social, la igualdad de oportunidades y el reparto equitativo de la riqueza deben ser los objetivos principales de Ruanda para poder hablar de un despegue económico, político y social real.