¿Qué llevas si te vas al Ártico?

Es posible que ustedes, amigos de los viajes y ávidos lectores, sean además unos aventureros. Pero tengan cuidado al calificarse como tal, pues serán muchos los que les catalogarán en la segunda de las definiciones que recoge la Real Academia Española de la Lengua.
1. Que busca aventuras.
2. Dicho de una persona: de oscuros o malos antecedentes, sin oficio ni profesión, y que por medios desconocidos o reprobados trata de conquistar en la sociedad un puesto que no le corresponde.
Y claro, si a eso le sumamos como acompañamiento la palabra ‘vividor’, tenemos un coctel peligroso a la par que divertido. ¡Miren que está mal viso decir que se es un vividor! y esta vez no les daré el trabajo de acudir al RAE, comprueben ustedes mismos lo honorable del término.
Les estoy haciendo esta introducción para recordarles que en esta vida merece la pena ser un vividor en todas sus acepciones formales y además añadirle un poco de aventura. Intuyo que si leen mis artículos será porque les gusta moverse más que a las hormigas, en decir, les gusta viajar.
En esta ocasión vengo a proponerles que nos convirtamos en turistas aventureros, que no es tan osado ni peligroso como los aventureros exploradores de los tiempos de Marco Polo, Ernest Shackleton o incluso Alejandro Magno, pero que permiten añadir un poco de adrenalina a nuestras vidas sin necesidad de jugárnosla. Se puede ser turista y aventurero, solo hay que decidirse a dar el paso.
Es más, ahora hay incluso empresas especializadas en este tipo de viajes. Aprovecho para hacerle un poco de publicidad al equipo de XTM-Travel.com que trabajan muy bien y con quién he contratado mi próxima aventura al Círculo Polar Ártico. Éste será un artículo de dos capítulos: el cómo organizarlo y el cómo lo viví – si es que llego para contarlo, claro. ¿No les parece emocionante pensar que igual no hay una explicación porque puedo morir de frío en una travesía polar? A mí sinceramente me parece bastante, pero tranquilos todos que no será para tanto.
Esta aventura turística la encabeza uno de los grandes montañeros de nuestra tierra, el gran Pedro Millán, para el cual esta experiencia es como un paseo en comparación con las principales cordilleras del mundo a las que se ha enfrentado. Otros son montañeros menos experimentados o fuertes deportistas y por último estoy yo… el turista que lleva 100 días preparándose para el reto.
Se trata de recorrer una cantidad aún indefinida de kilómetros en el norte de Noruega – ya dentro del Círculo Polar Ártico – donde la nieve y el hielo están presentes de manera permanente. La aventura conlleva avanzar con esquís de fondo, mochila a la espalda y trineo enganchado a nuestros cuerpos como si fuésemos mulos, convirtiéndonos así en animales de carga.
Es lo que toca. Para dormir no habrá hoteles, a lo más algún pequeño refugio de madera sin muchos servicios. Pero donde reside buena parte de la aventura está en las noches que pasaremos durmiendo dentro de una caseta de campaña sobre el frío hielo. Esto ya no es una broma, hay que ponerse en situación. Yo en La Orotava paso frío, así que ¡imagínense!
Seremos cinco canarios en medio del hielo guiados por un noruego, y es que ahí donde reside la parte turística de la actividad: ir acompañados y aconsejados por un experto local que conoce a la perfección los lugares por los que avanzar. Queremos una aventura, pero no queremos desaparecer bajo el hielo roto de algún lago. Podría pasar, es cierto, pero debemos minimizar esos riesgos.Vamos con los detalles.
La ropa para intentar no pasar un pelete terrible
Mi lema de ‘equipaje ligero, corazón contento’ se va al traste con este viaje. Hay que llevar de todo, y en ocasiones por partida doble. No te puedes permitir el lujo de quedarte con las manos al aire si pierdes un guante, así que hay que llevar dos pares, igual que con otras prendas.
Jamás he llevado un bulto tan grande, un petate de 100 litros de capacidad. Muchas cosas abultan pero no pesan y eso que hemos contratado una franquicia de dos bultos de 20Km en el avión de Norwegian.
Aquí van las famosas tres capas: Una térmica a modo de pijama permanente que va muy pegada al cuerpo, como una segunda piel y que hemos comprado a TrangoWorld, que no son baratas pero son muy buenas; después va la capa de abrigo que varía su grosor en función de si la usas para moverte o para estar quieto; y luego una tercera capa preparada para la lluvia, la nieve o para cortar el fuerte viento. Cada prenda de estas características cuesta más que muchos de mis viajes. Vamos, que por lo que valen las manoplas hice el año pasado la ruta de Santiago y por lo que cuesta la chaqueta me fui a Londres hace unas semanas, etc.
También hay que pensar en la cabeza, gorro o forros polares o ambos.
En mi caso lo he pedido casi todo prestado, así que iré como un cromo multicolor y multimarca, pero no me quería quedar sin hacer algo así, pues no siempre se presenta la oportunidad de ir con un grupo tan sensacional como el que se ha formado.
Botas, esquís, trineo
Las botas de esquí y los esquís, los trineos, así como los bastones nos los facilitan los noruegos que nos reciben allí contratados por XTM-Travel, pero las botas para caminar las aporta cada uno y no valen las típicas botas de montaña con Gore que llevas al Teide un fin de semana. Hacen falta botas específicas para estar horas sobre hielo y nieve, botas que además sean cramponables – esto son unos crampones: (https://www.google.es/#q=crampones)
¿Y hay duchas en el Círculo Polar?
¿Qué ducha? No hay ducha, así que toallitas higiénicas para una semana de aventura. Eso es otra experiencia en sí misma. Aseo diario a fondo y luego desodorante. Lo que usas te lo llevas, lógicamente. Y no vale ir corriendo a meterte en un agujero en un lago helado – eso no cuenta como lavado – además, ese chapuzón no puede durar más de un minuto. Cuentan que corta y que además mata si te pasas.
¿Qué más lleva ese petate?
Pues miren, el saco de dormir extra cálido y súper ligero y la esterilla térmica que antes cité de pasada, además una linterna frontal y pilas de sobra. Un walkie talkie para estar conectados en caso de que el grupo se divida por algún motivo o perdamos contacto visual ante un temporal.
Navaja suiza, botiquín completo, crema solar, polvos de talco para los pies, vaselina para las rozaduras, una bosla camel back de 3 litros para el agua, pues tendremos las manos ocupadas y es mejor beber por un tubo. Protector labial, pito de seguridad, neceser, toalla de micro fibra, bañador, cholas de agua y un largo etcétera.
¿Y para comer?
Llevo un plato, cubiertos y vaso para la comida. A la vuelta ya les contaré lo que comí y lo que llevo para comer, pues los amigos de Gastro Canarias han decidido que ningún canario debe pasar hambre en el Círculo Polar y ya estoy deseando llegar aunque solo sea por los ricos manjares. Seguro que nos echamos unas risas.
¿Veremos este viaje?
Pues cuando ustedes estén leyendo este artículo yo estaré metido en la nieve. Eso sí, intentaré grabar la experiencia para poder mostrarla en la Tv y en redes sociales. Para ello voy cargado de baterías, powers banks y placa solar. Espero que sean suficientes, pues el frío mata las baterías. De resto, tendré el teléfono apagado aunque, al ser enormes llanuras, igual hasta hay cobertura. De ser así, haré el martes por la mañana una conexión para el “Buenos Días Canarias” de Televisión Canaria con Pilar Rumeu y el jueves a las 12.00 otra en Cope Tenerife con Guillermo García. Pero no será uno de mis típicos viajes donde me mantengo conectado para compartir experiencias – pues compartir es vivir – en esta ocasión será unos días más tarde.
Me despido de ustedes hasta el siguiente artículo. Escribo estas lineas desde mi portátil, sentado al solecito rico en Puerto de la Cruz frente a un mar azul en Tenerife. Felicidad.