Liberia como ejemplo

Hace unos días, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó acabar con las sanciones y el embargo de armas sobre Liberia, gracias a la estabilidad que ha experimentado el país desde que acabara la sangrienta guerra civil que duró catorce años y acabó con la vida de más de 200.000 personas.
Ubicado en la costa oeste de África, Liberia limita con Sierra Leona al oeste, Costa de Marfil al este y Guinea al norte y cuenta con una población de aproximadamente cuatro millones de personas. Fundado por los norteamericanos en el siglo XIX como asentamiento para los esclavos afroamericanos liberados, la guerra civil que sufrió el país desde el año 1989 hasta el año 2003 parece ya un dramático recuerdo del que aprender para no volver a repetirlo. Charles Taylor, presidente de Liberia entre 1997 y 2003 tras un golpe de estado, fue sentenciado en 2012 a cincuenta años de prisión por crímenes de guerra y contra la humanidad, dando así carpetazo al terrible episodio.
El “tremendo progreso” que ha experimentado el país desde la guerra civil, en palabras de Barack Obama, es mérito en gran medida de la primera mujer en alcanzar la presidencia en un país africano, Ellen Johnson Sirleaf. Galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2011, Johnson conquistó la presidencia de Liberia en el año 2005, heredando un país devastado por tantos años de guerra. Con formación como economista, con amplia experiencia en organismos internacionales e implacable contra la corrupción, ha conseguido impulsar la reconciliación del pueblo liberiano y sentar las bases para la paz del país.
Precisamente, el haber conseguido esta reconciliación social es el mayor mérito logrado por la presidenta hasta la fecha. Todavía le queda un largo camino en el terreno económico, donde la pobreza sigue siendo una lacra importante, y en la violencia que sufren las mujeres liberianas. Consecuencia de tantos años de guerra, en el que una vez más mujeres y niñas se convirtieron en esclavas sexuales.
La presidenta Johnson ha puesto en marcha varios planes para intentar solucionar esta situación que desgraciadamente sigue estando al orden del día en Liberia. Campañas de concienciación, un Plan Nacional de Acción para dar más poder a las mujeres liberianas y luchar contra la violencia de género, tipificar como delito grave las violaciones que pueden conllevar cadena perpetua a los culpables, o la Comisión de Reconciliación Nacional en busca de la paz en los hogares de Liberia, son algunas de las medidas que ha llevado a cabo la Nobel de la Paz.
Que sea la primera mujer en alcanzar la presidencia en el continente y que haya sido reelegida en 2011 con el 90,8% de los votos, ayuda sin ningún tipo de duda a conseguir la ansiada igualdad en un país que todavía sigue sufriendo las consecuencias de la guerra. Hay que aplaudir estas políticas pioneras que está llevando a cabo Johnson en un contexto tan difícil. Mujeres como ella sirven como motor de cambio en sociedades que deben aceptar el progreso en el continente africano.
La presidenta liberiana debe continuar la lucha que comenzaron mujeres como la nigeriana Funmilayo Ransome-Kuti, la madre de África, que perdió su vida tras haber realizado numerosas conquistas sociales en su país.
(*) José Reina es sociólogo y experto en política y economía africanas