Periodismo 3.0

Hermana Radio: Antonio Salazar

Antonio Salazar (La Orotava, 1966), es locutor de radio. Actualmente dirige Viva la Radio! y la revista especializada La Gaveta Económica. Profesor Visitante en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, también es Miembro de la FAPE y autor de numeroso libros sobre economía y comunicación.

¿En qué año empezaste en la radio?

Aproveché una selección de disjockey que hizo Radio Club. Me presenté, pero puse en el formulario que yo solo quería ser locutor de radio, que la música no me gustaba especialmente. Me llamaron, pasé las pruebas y me presentaron a Xuancar. Me dejaban entrar a dar una crónica de unos minutos sobre la segunda división del baloncesto, que era los lunes o martes por la tarde. La primera intervención fue el lunes 13 de Octubre de 1986. Pasé un año así y en octubre del año 1987 me pagaron la primera colaboración, 7.200 pesetas, pero para entonces ya hacía casi de todo en deportes.

¿Cómo o por qué te iniciaste en este medio?

Siempre quise ser locutor, algo que le debo a mi padre, un oyente de radio que la tenía puesta siempre. Y la verdad es que crecí queriendo ser uno de los tipos que salían por aquel aparato. Tan es así que quise ser siempre abogado y locutor, médico y locutor, futbolista y locutor, supongo que bombero -como todos los niños- y locutor. De hecho, hoy creo que es lo único que sigo siendo, locutor de radio, algo que tengo a gala, porque la radio es una pasión extraordinaria que excede el estricto ámbito laboral.

¿Qué emisoras escuchabas por entonces?

Vivía en el Norte de Tenerife y la cobertura no era muy buena. Así que escuchaba a Luis del Olmo, cuyo programa era impropio para el niño que yo era aunque me daba un poco igual. Y luego muchas cosas que forman parte de nuestros recuerdos porque los míos son anteriores incluso a la eclosión de la FM y el liderato de las emisoras que colgaban de Radio Club.

¿Voces y programas?

Luis del Olmo, el Padre Siverio, Pardellas, Salvador García, la gente de Radio Club como Tere Afonso, el equipo de deportes de Radio Club … me sabe fatal dejarme a gente de aquella época, pero tengo deudas de gratitud imposibles de satisfacer.

¿Y ahora?

Ahora tengo seis horas para oír lo que hacemos cada día en Viva la radio. Antes de eso escucho Onda Cero, porque Alsina ha sido un descubrimiento matinal y en las tardes me quedo oyendo La brújula de la economía, también en Onda Cero, un espacio donde se hace un esfuerzo enorme por enseñar economía, algo que me interesa mucho.

¿De cuáles de las actividades, programas etc desarrollados en tu vida estás más satisfecho y guardas mejor recuerdo?

No sabría decir, porque cada uno de ellos era el programa que era capaz de hacer entonces. Me lo he pasado bien estos últimos años haciendo algo más de radio-boutique con La Gaveta, un programa más de nicho que buscaba plantear un formato distinto con medios muy escasos, un técnico y yo. Pero al final era para toda Canarias, esto fue una buena experiencia por más que creo que nadie ha encontrado la fórmula para hacer radio regional. Y hoy estoy orgulloso de dirigir un grupo profesional como el que fue capaz de reunir Lucas Fernández, un visionario que seguirá innovando hasta el día en que se retire.

¿Qué destacas de la radio de hoy?

La radio de hoy está afectada por la coincidencia de dos crisis, de modelo y la económica. Eso ha hecho que los recursos que puedas destinar a un programa sean menores. Esto ha dado una ventaja a los grandes contenedores de la radio nacional y se ha llevado por delante a los pequeños. Si reduces los recursos ocurre que muchas veces los programas sean monótonos por no variar voces, a veces escasear el necesario oído profesional y en otros muchos casos sea una lectura a lo que dice el Facebook. Por alguna razón que no acierto a comprender, se leen esas cosas como si los oyentes no tuvieran acceso a las redes sociales. La parte comercial ha sido afectada y mucho porque empresas sin casi estructuras tiraron los precios y ahora no hay manera de recuperarlos. Es un fenómeno que tiene incidencia sobre la calidad, no tengo dudas sobre el asunto. Otra cosa es que tampoco hay mucha más calidad en los modelos públicos de radio, funcionarizados y cuyas pérdidas terminan sufragadas por los castigados bolsillos de todos nosotros. Y qué no te gusta La tiranía del mismo reloj. No hay programa que no empiece haciendo lo mismo. Quizás nosotros nacimos con la intención de modificar algo ese mandato y parcialmente lo hemos conseguido. La primera media hora de los contenedores matinales son iguales, titulares, periódicos, tiempo, primera llamada, segunda llamada, tertulia… encima las tertulias repletas de políticos porque son gratis… Me desagrada, así mismo, el poco respeto al pensamiento en la radio. Si no responde rápido el invitado el locutor se cree en la obligación de interpelar de nuevo, algo que es muy molesto porque las preguntas son más largas que las respuestas. Y la radio fue el instrumento de los intelectuales de los años 30 del siglo pasado. Hoy no tendrían hueco.

¿Le ves futuro?, ¿cuál?

Siento un escalofrío cada vez que alguien pide un pronóstico sobre algo, máxime si considero que excede mis capacidades. Honestamente, deseo que siga siendo lo que siempre ha sido pero me veo incapaz de establecer cómo será el futuro. Sí me gustaría que desaparecieran las radios públicas, privatizar el espacio radioeléctrico al modo en que se hizo en Guatemala para que las frecuencias no fueran a los mejor conectados con el poder como ocurre . Esa es una de las muchas puñaladas traperas que los políticos han dado a los medios con el aplauso entusiasta de los medios, incapaces de observar el problema en que se incurría por la existencia de concursos Radio por antena o por internet. No sé cuál, creo en la radio. Como usuario, me es indiferente y la escucho en función del sitio en que me encuentre. Pero eso sí,  el código de la radio (respeto por el oyente, ausencia de palabrotas, la posibilidad de reflexionar…) debe mantenerse con independencia del canal.

Me dejas un mensaje final…

Una vez me pediste, querido José Antonio, una colaboración para un libro sobre la radio que no llegué a enviarte. Pero me había hecho una nota sobre la idea de que sentir lo que sentimos por el medio es fácil de explicar para un villero (de La Orotava). Allí hay gente que vive todo el año pensando en la alfombra de flores, porque rezan con ellas. Es un arte de primer nivel pero que desaparece cuando la procesión estaciona sobre ellas. Un arte, por tanto, efímero. Yo no pude ser alfombrista porque mi incapacidad artística para eso está muy acreditada pero no el espíritu. Por eso sé que hago radio del mismo modo que haría una alfombra, con pasión reverencial siendo muy consciente de la finitud de la obra. Te envío un abrazo fuerte

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