3.0 Entrevistas

Hermana Radio: Carmelo Rivero

Carmelo Rivero es una de las firmas más importantes del periodismo canario, y español. Fue junto a su hermano Martín el primer corresponsal del diario El País casi desde la fundación del periódico durante casi veinte años y, posteriormente, sus libros, sobre Valdano, Iñaki Gabilondo, Los Sabandeños, etc, se convirtieron en superventas. Desde muy joven, su voz rota, seria, inconfundible, aportó rigurosidad, criterio, pluralidad a la radio en las Islas. Carmelo Rivero lo tiene claro: “si haces radio, estás vivo”

¿En qué año empezaste en la Radio?

Fue en los 70. No sería capaz de precisar el año. Sé que en esa década comencé con mi hermano Martín a frecuentar loe estudios de radio: Radio Juventud de Canarias en la época de José Agustín Gómez; RNE, en tu época de jefe de Programas, cadena que luego dirigiste… Y cuando llega Paco Padrón al frente de Radio Club Tenerife, en la segunda mitad de esa década, con la Transición a la democracia, como emisora asociada a la Cadena SER. Coincidía con que éramos corresponsales del periódico El País. De manera que trabajábamos en PRISA en prensa y radio. En la última etapa he participado en Teide Radio y en Viva la Radio de Diarios de Avisos.

¿Cómo y por qué?

La primera vez que entré en un estudio de radio fue de adolescente, con unos 13, 14 años, calculo, atendiendo a una invitación de Genoveva del Castillo, que presentaba un programa que se llamaba, creo recordar, Burbujas, en la antigua Radio Club, de la calle Suárez Guerra. Yo siempre he empezado en los medios como poeta y luego he derivado a la información. (En La Tarde, que dirigía don Víctor Zurita, empecé con 12 años con un soneto dedicado a Taganana, y después continué como colaborando como redactor con Martín y Zenaido). Le mandé un poema, lo leyó en antena. Y el premio era acudir al programa y ser entrevistado. Me temblaban las piernas. El estudio estaba a oscuras con una luz que indicaba que estabas en el aire y ella me hizo señas con la mano para que entrara. Fue, como dice Iñaki Gabilondo, una ceremonia casi religiosa. Entrabas en un templo. Esa solemnidad se ha perdido con un estilo más confianzudo de hacer radio en la actualidad.

¿Qué emisoras escuchabas entonces?

Empecé escuchando La Ballena Alegre (no recuerdo si la emitía Radio Club o RNE, porque el programa se hacía en Madrid), que tenía una revista, a la que, cumpliendo con la tradición, envié uno de mis poemas y me lo publicaron. Es curioso que, por alguna razón, yo escuchaba la radio en el balcón de mi casa, en la calle San Sebastián. También fui siempre un seguidor de Luis del Olmo y su Protagonistas (RNE). He sido toda mi vida un oyente muy asiduo de RNE, que durante más de 30 años simultaneé con Radio Club y la SER. Trabajé en estas dos últimas todo ese tiempo. Hice todo tipo de programas en Radio Club y fui enviado especial de la SER a elecciones en América y participaba en ediciones de Hora 25, y a diario en los boletines informativos.

¿Voces y programas?

Te cité algunos en la respuesta anterior. Añado, naturalmente, a Iñaki Gabilondo, una de mis referencias fundamentales en esta profesión. Con mi hermano Martín escribimos un libro sobre Iñaki, titulado Ciudadano en Gran Vía. Toda una escuela del buen hacer radiofónico, retirado del día a día, a mi juicio, de modo prematuro. En Estados Unidos, Walter Cronkite y Larry King envejecen –como los buenos vinos- delante del micrófono y en España hacemos una sucesión generacional a marcha forzada y a peor. He sido oyente agradecido de Julio César Iglesias, Carlos Herrera, Antonio José Alés, Jesús Quintero, Alejo García, José María García, Manuel Campo Vidal, Ónega, Fermín Bocos, Miguel Rodríguez Genoveva, Teresa Alfonso, José Antonio Pardellas, Manuel Antonio Rico

¿Y ahora?

Ahora, de Pepa Fernández, Miguel Ángel Domínguez, Alfredo Menéndez

¿De cuáles de las actividades que has desarrollado tienes mejor recuerdo?

En El Lote, tertulia informativa e informal de Radio Club Tenerife, con Chaves, Chela, Tejera Jordán…, nació La Señora, de Juan Luis Calero, ese genio irrepetible de la radio de este país. He hecho miles de entrevistas, y creo que es el género en el que más me he vaciado. Es impagable la oportunidad de pasar media hora hablando de temas que te interesan con Manuel Vázquez Montalbán o Ana María Matute. Pero también he trabajado reportajes en el extranjero, como la emigración en Venezuela, la vida en los campamentos de Tinduf o el funcionamiento de las instituciones europeas, que te dejan un recuerdo imborrable, por las historias vividas y los personajes conocidos. Los magazines en radio son muy agradecidos. En Radio Club pude presentarlos y hacer informativos, que fue mi especialidad durante mucho tiempo. Luego, llegaron las tertulias, que suelen ser gratificantes, y una sección diaria que hacía de opinión –escrito en el aire, se diría utilizando un latiguillo muy propio del medio-. Así que he tocado esos palos (entrevistas, reportajes, programas, informativos, opinión) y las sensaciones oscilan entre el clímax pausado del diálogo y la intensidad de una emisión maratoniana de doce o veinte horas en directo con un incendio, cualquier catástrofe (como el Delta) y temas de impacto en vivo. Ahora bien, no puedo olvidarme de las inocentadas que hacíamos cada 28 de diciembre en Radio Club Tenerife, bajo el espíritu instaurado por Orson Welles en su célebre adaptación radiofónica en la CBS de la novela de H.G.Wells La guerra de los mundos.

¿Qué destacas de la Radio de hoy?

Creo que cada vez se hace peor radio y que el medio –tan dotado para sobrevivir a todos los embates- necesita un meneo de calidad e imaginación. La recurrente radio en directo con participación del oyente está bien como truco para que los demás trabajen por ti –ojo, el oyente tiene su papel, pero el abuso del papel del oyente es lo que lo trivializa-. Echo en falta muchas cosas: la estética del lenguaje, el esmero de los contenidos, la innovación en los formatos… Cuando yo era niño, había un señor que se llamaba Bobby Deglané, que inventó la radio espectáculo. En Radio Madrid había un genio que se llamaba Antonio Calderón, creador de fórmulas radiofónicas, de teatro en las ondas, padre de actores e inventor de efectos especiales, capaz de hacer actuar a un mudo en la radio. Creo que hemos ido clamorosamente hacia atrás en calidad radiofónica. ¿En qué hemos ganado? En libertad informativa. Antes se carecía de ella, porque había una dictadura. Pero el facilismo y la vulgaridad también han invadido el territorio de la radio –con notables excepciones-.

¿Y qué no te gusta?

No me gusta la radio que se copia a sí misma, que está hecha sin carisma, sin duende, ni familiaridad, de mala gana muchas veces, cubriendo el expediente, sin emoción, sin mimar la música –incluso la forma y el tiempo de la publicidad-. Esa radio de todo vale con tal de que el tiempo pase y lleguen las señales horarias…, me hartó hace tiempo. Y busco programas concretos presentados por gente cualificada. Y punto. Pero antes la radio tenía algo que me atraía, la capacidad de sorprender, de estar pegado a ella sabiendo que algo podía pasar. Hemos caído en la atonía de lo previsible, que tanto daño hace a este medio.

¿Le ves futuro a la Radio y cuál?

El futuro es la radio en Internet, o al menos esa es una radio que se va a abrir paso como todo el periodismo digital en auge. Es un medio que ha demostrado suficiente control de la situación y capacidad de reinventarse y sobrevivir. Resistió nada menos que la llegada de la televisión. Futuro tiene. Acabo de citar los nuevos cauces de comunicación digitales. Y pienso que las grandes cadenas están en la fase previa a una metamorfosis inexcusable. La radio siempre sale adelante y se deshará de todas las rémoras.

¿La Radio por Internet o por antena?

Las dos convivirán. La radio por Internet tiene una gran ventaja, que es su ámbito universal, pero el apego local del medio permitirá subsistir a la radio convencional.

¿Qué puedes añadir que no te haya preguntado?

Que he tenido la infinita suerte de conocer a gente como Lucas Fernández, Paco Padrón, Gilberto Alemán, Juan Carlos Mateu, Zenaido Hernández, Javier Cabrera, Juan Luis Calero, Xuáncar, Willy García, Carlos Blanco, Juanjo Toledo, Mayte Castro, José Antonio Pérez, Antonio Salazar, Marlene Meneses, Yurena Fernández, Jaime Pérez Llombet…, en fin, una lista, como ves, que sería más larga, en la que incluyo a ti y a tu hijo… Y de todos he aprendido, te lo aseguro. Te agradezco la invitación para hablar de un medio con el que fui creciendo, madurando y haciéndome mayor, y al que considero la mejor herramienta para que un periodista no pierda la forma. Si haces radio, estás vivo, con las pilas cargadas. Tú y yo hemos compartido muchas horas de radio. Y son impagables. La radio tiene la magia que otros medios perdieron hace tiempo: no olvida que su secreto es hacer amigos, fomentar la convivencia, el sentido de comunidad, de familia, cuando muchas otras actividades han evolucionado justo en sentido contrario, deshumanizándose.

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