Africa 3.0

Chema Caballero: “los niños soldado no están de moda”

Un santo fuera del sacerdocio, candidato permanente al Príncipe de Asturias o Nobel de la Paz, Chema Caballero dirigió el programa de recuperación de niños soldado en Sierra Leona y Liberia. Ahora hay menos dinero, tiempo y recursos, pero más de 300.000 pequeños “y niñas” siguen metidos en el infierno. En esta entrevista, Chema Caballero explica por qué y nos señala como cómplices. A partir de este sábado, Chema Caballero también se incorpora como colaborador en la sección África de Canarias3puntocero.

¿Qué fue de su programa para rescatar a los niños soldado de Sierra Leona?

Fue un programa pionero junto con Unicef, replicado en Liberia, el norte de Uganda, en el este de República Democrática del Congo y Sudán del Sur, algunos los he visitado. Entonces se hizo con mucha inversión de tiempo dinero y personal. El problema es que ahora los niños soldado no están de moda, como hace años. La cooperación se mueve mucho por las modas y no hay dinero suficiente para hacer programas serios con estos chicos y chicas. Un programa es un año completo. Pues en el este de la República Democrática del Congo están solo seis semanas y así es imposible sacarles toda la violencia vivida, durante el tiempo de la guerrilla. Son criaturas sin futuro, sin alternativa a la violencia y terminan volviendo a los grupos armados, que es lo que conocen, les da seguridad y les da de comer todos los días.

Visto así, esos programas, por duro que resulte decirlo, no tienen sentido, ¿no?

No tienen sentido si se siguen haciendo así. Hay excepciones. En la RDC también están los salesianos, que buscan fondos fuera del ámbito de Unicef y sí consiguen que estos chicos y chicas hagan un buen trabajo con ellos. Igual está pasando en Sudán del Sur. Pero la tendencia es que, como no hay fondos, los centros de Unicef reducen el programa a seis semanas.

¿Por eso repite siempre que acabar con el drama de los niños soldados está más en nuestras manos que en las de ellos?

Exacto. En Sierra Leona sacamos 7.000 niños. En Liberia, otros 10.000. Pero los siguen secuestrando. Ahora estamos trabajando en Sudán del Sur, en RDC, en Somalia, pero siguen secuestrando a niños como soldados. Buscamos programas para que estos chicos tengan una alternativa. Pero la verdadera causa de que existan los niños soldados es que existen guerras y las guerras las empuja, financia y provoca la codicia de occidente y China. El deseo desmedido por controlar los recursos naturales de África. Las guerras permiten conseguir estos recursos de forma más barata, minerales, madera, pesca o lo que nos convenga. Mientras nuestros gobiernos no apliquen la normativa internacional que ya existe y dejen de vender armas a estos grupos rebeldes, nunca se detendrá el drama de los niños soldado. Ponemos parches. Hay que ayudarles y se consiguen cosas, pero nosotros tenemos una responsabilidad muy alta como consumidores.

Un niño soldado tiene garantizada comida, poder, un arma y pertenencia a un grupo ¿cómo se le convence para que abandone eso, se siente, estudie y tenga una vida muchísimo más sacrificada con un futuro incierto? ¿cuál es la clave del éxito de su programa?

La clave está en ganarte su confianza, mantener un trato personal con ellos. La seguridad que te da el fusil también te introduce en un mundo de violencia, donde todos los días tienes que luchar para comer, tener un lugar donde dormir, conseguir una camiseta… Todo a base de violencia. El mundo puede ser distinto, conseguir las mismas cosas de un modo diferente. Hay una vida en la que no tienes que hacer daño a los otros para alcanzar tus objetivos y ser feliz. Es un trabajo que necesita tiempo. De la noche a la mañana, el niño no deja el fusil y al día siguiente se pone a jugar al fútbol, no. Hay periodos de adaptación racaida, con crisis de identidad muy fuertes. En la guerrilla, constantemente le han dicho que el más malo, el más cabrón, es el mejor, el que más mata, viola y corta manos… Y tú, por el contrario, le estás diciendo que el que mejor se porta, estudia es el mejor. Le cambias todo su mundo de valores. Y para eso tienes que ganarte su confianza. Se tiene que fiar de ti, que le puedes ofrecer paz, tranquilidad, poder volver a su familia, ser perdonado por las cosas hechas. Se necesitan de seis meses a un año para ganarte su confianza y después darle una alternativa, a través del estudio, la formación profesional con microcréditos que los ayuden a salir adelante. De qué vale quitarle el fusil si después lo dejas en la calle. Hay que darle algo que le permita vivir dignamente de su trabajo y esfuerzo y que no le entren ganas de volver a coger el fusil.

¿La recuperación de las niñas es similar?

Es mucho más fácil, en teoría, rehabilitar y reinsertar a un niño que a una niña. Las niñas también son soldados y pasan el mismo proceso que un niño, pero además son esclavas sexuales desde muy pequeñas. Esta parte de mujer usada y abusada es muy difícil que la saquen, que la compartan y ese sufrimiento siempre les da vueltas en la cabeza, sobre todo recorta la autoestima. Es una mujer que se siente inferior, sucia, que su hijo no es bien recibido. Eso le impedirá desarrollar sus potencialidades, le costará trabajar y no se va a poder integrar porque piensa que todo el mundo la mira y señala con el dedo. Hay que hacerles saber que no están solas, que son muchas las que han pasado por la mismo situación, que tienen el potencial de cuidarse y criar a sus hijos y que no tienen que depender de nadie ni que les afecte lo que piensen los demás. Es un trabajo más difícil porque trabajas con heridas mucho más profuindas, con muchas secuelas físicas. Si tienes un hijo fruto de las violaciones que has sufrido, con solo mirarlo te lo va a recordar el resto de tu vida. Por eso hay tantas chicas que no soportan ver a sus hijos y los matan. Otras no; dicen que dentro de todo lo malo que han pasado esto, su hijo, es lo mejor que tienen. Es todo mucho más difícil. Las chicas suelen ser invisibles. Cuando hablamos de niños soldados, siempre nos solemos referir a los varones y aquellos que tienen un arma en la mano. Es muy difícil imaginar una niña como soldado. De los 300.000 niños y niñas soldado que hay ahora en el mndo, se cree que el 40% son niñas, y con esta vertiente de esclavas sexuales. Sus heridas son profundas, su sufrimiento mucho mayor y los programas de reinserción tienden a ignorarlas. Trabajar con ellas es mucho más difícil.

Soy muy optimista respecto a África

Usted ha descendido a los infiernos de verdad, pero su discurso es muy positivo sobre África y su potencialidad, jóvenes talentos y una realidad positiva y prometedora que no se difunde en la mayoría de los medios…

La imagen que siempre nos llega de África es la guerra, enfermedad y catástrofe. Eso está pasando, no se puede negar. Pero no es todo. Son lugares contados. La gran mayoría de África disfruta de economías emergentes, con sus jóvenes estudiando, muy informados por las redes sociales de lo que está pasando fuera. Mira Burkina Fasso, con los jóvenes y las redes sociales. Se organizaron y echaron a un dictador. Lo mismo en Senegal y en otras partes de África. Es el poder de una juventud que estudia, está conectada e informada. Son sociedades que ya reclaman democracia y derechos humanos, que sus impuestos se inviertan en infraestructuras, escuelas, hospitales, carreteras. Cada vez hay un mayor control de los políticos corruptos en todos los países. Soy muy optimista respecto a África. Se ve cuando paseas por las ciudades y visitas las aldeas más pedidas. Las cosas ya son distintas.

¿Por qué dejó el sacerdocio?

Fue una crisis personal, de discusión con mis superiores, no estar de acuerdo en la forma en que querían que hiciera las cosas. Después de 20 años de trabajar en derechos humanos, con menores soldados y desarrollo, me piden que haga un trabajo más clerical. Hay desacuerdo, falta diálogo, no hay alternativas. Llega un momento en que se me plantea obedecer o salir. Y dije: salir.

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