Cambio climático y lucha contra la pobreza

El cambio climático es una clara amenaza al primero y más fundamental de los Objetivo de Desarrollo Sostenible: erradicar la pobreza. Las personas y los países pobres están expuestos y son más vulnerables a todo tipo de desastres que proliferan como consecuencia directa del calentamiento global. Estos pueden presentarse en forma de catástrofes naturales, que destruyen los bienes y los medios de subsistencia, de enfermedades y plagas relacionadas con el agua que se hacen más frecuentes durante las olas de calor, de inundaciones o sequías, de reducción de las cosechas como consecuencia de la escasez de lluvias, o de la subida del precio de los alimentos que acompaña a estos fenómenos climáticos extremos, entre otras muchas.
Estos desastres también afectan grandemente a personas que no entran en la categoría de pobres extremos pero que permanecen vulnerables por vivir justo en el límite y poder caer en la pobreza, por ejemplo, cuando una riada o una inundación destruye sus empresas, una sequía diezma sus ganados o un niño se enferma por causa del agua envenenada. Tales acontecimientos pueden borrar décadas de duro trabajo, ahorro y acumulación de bienes y dejar a las personas con consecuencias irreversibles para sus vidas y su salud. Los cambios en las condiciones climáticas causadas por el aumento de concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera puede empeorar estas secuelas y afectar, consecuentemente, a la lucha por la reducción de la pobreza.
En la actualidad, el calentamiento global ya está provocando subidas de precios agrícolas, aumentando los riesgos de catástrofes naturales tales como olas de calor, sequías o inundaciones y exacerbando los problemas de salud pública que afectan de manera muy considerable a los ciudadanos del continente africano. Sin la adopción inmediata de políticas de mitigación, adaptación y reducción de emisiones el aumento de los gases de efecto invernadero y las temperaturas continuarán provocando estragos en las poblaciones vulnerables hundiéndolas más y más en la pobreza.
Por tanto, acabar con la pobreza no será posible si el cambio climático y sus efectos sobre las personas no se contabilizan y gestionan conjuntamente con las políticas de desarrollo y de reducción de la pobreza. De igual modo, el clima no podrá estabilizarse sin reconocer que el fin de la pobreza es una prioridad absoluta.
Por eso, El Banco Africano de Desarrollo (BAfD) recomienda que, para combatir estos devastadores efectos, se aplique una combinación de medidas entre las que destacan la elaboración de planes de desarrollo que incluyan información sobre el cambio climático y sus efectos que contemplen intervenciones urgentes a corto plazo y prevean políticas de mitigación a favor de los pobres para limitar los impactos a largo plazo de este fenómeno en ellos y crear un entorno que permita la erradicación sostenible de la pobreza.
Cada vez queda más claro que las luchas contra la pobreza y contra el cambio climático no se pueden lleva a cabo aisladamente, los objetivos de las dos se conseguirán más fácilmente si se trabajan conjuntamente.
(*) Chema Caballero fue misionero javeriano y dirigió el programa para recuperar a los niños soldado en Sierra Leona