África quiere industrializarse

Cada vez más se leen informes que aseguran que la mayoría de los países de África está maduros para dar el salto hacia la industrialización. De todo el continente, la región este es la que presenta mayores perspectivas, siendo comparada, por muchos analistas, con la situación de Corea del Sur o de Taiwan en la década de 1960.
Algunos detractores de esta opinión pueden echar mano de las estadísticas y decir que son muchas las economías africanas que han entrado en recesión en los últimos cinco años, pasando de crecer el continente una media del 5.4 % entre 2000 y 2010 a una del 3.3 % entre 2010 y 2015. Esto se debe, principalmente, a la caida de los precios de las materias primas y la inestabilidad social y política.
Pero estas mismas personas no pueden ignorar que hay muchas señales que auguran una recuperación en un futuro muy próximo. Tanto es así que el Fondo Monetario Internacional (FMI) predice que para 2020, África será la segunda región del mundo que más crecerá económicamente. Y esto se notará de manera significativa en el este del continente, con Etiopía, Kenia, Ruanda, Tanzania y Uganda liderando el repunte. Según el FMI estos cinco países crecerán entre un 5 y un 8 % en 2016 – 2017.
Cabe preguntarse si este crecimiento económico será sostenible. Es en este punto donde más dudas surgen, ya que hasta el momento este progreso depende exclusivamente de la agricultura y de la ayuda exterior, al encontrarnos ante un grupo de países que no se caracterizan por sus grandes reservas de recursos naturales. Esta peculiaridad puede incidir directamente sobre la escasez de oportunidades laborales, especialmente para los jóvenes, lo que puede convertirse en una fuente de malestar y violencia social.
De ahí, que sean muchos los países del sur del Sáhara que se estén tomando muy en serio el facilitar e invertir en su industrialización. Las altas cuotas de escolarización y la buena formación de los jóvenes alcanzadas en estos países pueden ser claves para este propósito.
Son muchos los países que han introducido reformas fiscales y agilizado los plazos y requisitos para la creación de empresas, la inversión y la repatriación de beneficios, como primer paso para conseguir este objetivo, que podemos decir que ya ha comenzado.
Algunos ejemplos que ilustran este punto. Cada día son más los países africanos situados al sur del Sáhara que son autosuficientes en la producción de cemento. El no tener que importar este producto gracias a que se fabrica en la región, provoca una bajada de su precio e impulsa sectores como la construcción que vive un boom debido a la rápida urbanización del continente, lo que a su vez crea nuevos puestos de trabajo.
África también está invirtiendo grandemente en infraestructuras empezado por las que facilitan la producción eléctrica, tan necesaria para la industria, y continuando por las de comunicación, como son las carreteras o las conexiones ferroviarias (como las que se están construyendo para conectar Nairobi y Addis Abeba con los puertos de Mombasa y Yibuti, respectivamente) que facilitaran la exportación de productos y mercancías.
Una vez puestos los cimientos, se necesita dar nuevos pasos como la incorporación de tecnología de bajo coste que permita el despegue de las manufacturas como podrían ser las textiles, y así acabar con la dependencia de China o de la ropa de segunda mano procedente de Occidente, o tantas otras que cubran las demandas de consumo interno y puedan ser también a su vez, exportadas.
La disposición de la mayoría de los países del sur del Sáhara es clara y los gobiernos están decididos a avanzar en esta senda hacia la industrialización. Falta que los inversores privados también se tomen en serio esta tarea para conseguir su pleno éxito.