Vino de Etiopía

Cuenta la Historia que el que fuera primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi, invitó al empresario francés Pierre Castel, fundador del gigante de las bebidas (vinos y cervezas, principalmente), Grupo Castel, con sede en Burdeos, para que le asesorase sobre la posibilidad de plantar viñas en el país.
No es que en Etiopía no hubiese ya viñedos. Cuenta mi amigo Ali, que cuando los italianos invadieron su país (1936-1941) los soldados y los colonos que los acompañaban plantaron viñas cerca de la capital y en el sureste, que fueron nacionalizadas durante los años del régimen marxista de Hailé Mariam Menghistu, para ser luego privatizadas.
También cuenta Ali que en Etiopía son famosos, desde siempre, los vinos de Awash. Esta marca se fundó en 1956 y sus uvas crecen en las 177 hectáreas originales que la compañía posee en las montañas, a una altitud de 1.200 metros sobre el nivel del mar. Esta extensión ha sido ampliada con otras 180 hectáreas a partir de 2013 cuando la empresa fue adquirida por 8 Miles LLP, un fondo privado de inversión que se centra en desarrollo de África, y el emprendedor local, Mulugeta Tesfakiros. Bob Geldof, aquel que fundó Live Aid, es ahora el director de esta empresa vinícola.
Pero en 2007, Zenawi tuvo la visión de forjar una operación puramente comercial que era bastante novedosa para Etiopía y Castel entró en ella. Al año siguiente, la compañía, que ya tenía una fábrica de cervezas en el país, importó diferente variedades de uva y comenzó a establecer su propio viñedo en Ziway, a unos 165 kilómetros de la capital, Addis Abeba. Todavía se necesitaron seis años más hasta que en enero de 2014 se produjo la primera botella de vino.
Cultivar viñedos no es fácil en Etiopía y la empresa dice que tiene sus plantaciones cercadas por una valla de dos metros electrificada y muy vigilada con cámaras para evitar que sean devastadas por pitones, hipopótamos o hienas, entre otros animales.
Hoy día Castel Ethiopia gestiona 162 hectáreas de viñedos donde cultiva uvas cabernet sauvignon, meriot, syrah y chardonnay, y produce cerca de 1,4 millones de botellas al año. Tiene dos marcas Riff Valley y Acacia y exporta alrededor del 15% de su producción, del cual, más de la mitad va destinada a los mercados chino y estadounidense. Sobre todo la primera marca es muy demandada por restaurantes etíopes de todo el mundo.
La diferencia entre las dos marcas es que la primera es de mayor calidad y está destinada a personas con más experiencia en el mundo del vino y es consumida principalmente por extranjeros y en restaurantes caros, mientras que Acacia está dirigida al emergente mercado de consumidores etíopes.
Y es que todo apunta a que cada vez se consume más vino en Etiopía ya que este es cada vez más accesible a los consumidores locales. Esto se debe a que hay un impuesto de alrededor del 137-147% para los vinos importados, lo que hace que se pueda pagar por uno de baja calidad unos ocho dólares, mientras que una botella de Acacia cuesta alrededor de los seis.
Esto está permitiendo a Castel ganar terreno a sus principales competidores, los vinos franceses y sudafricanos que tradicionalmente se bebían en el país. “La gente ya no se avergüenza de consumir un vino local”, comenta Ali, “ahora se encuentran en los supermercados, donde antes solo había vinos extranjeros”.
En Etiopía se consume mucha cerveza y no hay tradición de beber vino, pero poco a poco parece que se está imponiendo la costumbre, sobre todo entre las personas que van adquiriendo un mayor poder adquisitivo, comenta Alí. “Eso sí, los etíopes seguimos prefiriendo los licores fuertes, y por encima de todos nos gusta mucho el güisqui”, apostilla.