María Rodríguez: “para alguien que no ha venido a África le propondría comenzar por Senegal”

“Tengo un alquiler muy barato, como en los puestos callejeros y evito el 99% de las veces las quedadas de expatriados en las que se van a restaurantes donde se gasten más de 7 euros, o sea, todas. Utilizo transporte público y regateo los precios para los taxis y cualquier cosa que necesite comprar, incluso más que un africano”, relata en esta entrevista íntima la periodista María Rodríguez, freelance, residente en Bamako (Mali), con cobertura sobre todo el África Occidental. Y añade: “Los sueños duelen. No me extraña que mucha gente deje sus sueños sin cumplir, no son nubes de algodón, ni están envueltos en arcoíris, hay mucho sufrimiento, muchas renuncias”. María Rodríguez se incorporará a partir de este mes a las firmas invitadas en la sección África de Canarias3puntocero.
¿Cuándo y por qué sentiste “la llamada de África”?
El continente africano me ha “llamado” varias veces. La primera fue cuando estaba en la escuela. Estaba en un colegio de monjas y de vez en cuando nos hablaban de las misiones, de ayudar a los niños negros. Esa idea me cautivó. Pero cuando empecé la universidad me volví muy crítica con las misiones y la religión en general, empecé a cuestionarlo todo, y se me fue la idea de ser misionera de la cabeza, pero África no. Recuerdo una conversación con una compañera en el primer curso de la carrera en la que le decía que si yo pudiera ser corresponsal lo sería en África. Lo tenía clarísimo. Más adelante, ya en el último año, me di cuenta de que no había apenas noticias sobre el continente. Esa ausencia invitó a mi curiosidad y empecé a estudiar algunos de sus conflictos. Es la idea que tenía de África entonces: hambre, miseria, conflictos. Si sentí esa “llamada” de África fue en un principio con una idea paternalista, “ayudar a los niños negros que se mueren de hambre”. Más adelante, fue también el paternalismo el que me invitó a hacer periodismo en África, “contar lo que no se cuenta”. Me creía todopoderosa y capaz de cambiar el mundo.
¿Qué país te abrió ese hambre?
Si pensamos en mi época en el colegio religioso diría que el país que me “abrió el hambre” sería Nicaragua. Sí… ya sé que no es un país africano, pero en aquella época pensaba que estaba en África. Cuando estudiaba los países africanos en la escuela el que me llamaba la atención era Chad, supongo que por estar un poco en el centro, ser grande, tener una forma sencilla y ser un nombre corto y fácil. Más adelante, cuando empecé a estudiar África por mi cuenta, y sus conflictos, empecé por el Sáhara Occidental. Y, si me preguntas por un país que me invitara a venir como periodista a África te diría tres: Mali, Burkina Faso y Níger.
¿Recuerdas la primera persona que entrevistaste o de la que hiciste tu primera crónica?
Estaba en Madrid haciendo el Master de Relaciones Internacionales y Estudios Africanos de la Autónoma (2013-2014) y, en esa época, me invitaron a participar en GuinGuinBali. Entrevisté al primer embajador de Guinea Conakry en España, allí en Madrid, Fréderic Kolié. Mi francés no era el mejor y para mí por aquel entonces fue un reto y mis primeros pinitos contando África, y encima en un medio del que era muy fan. Como periodista freelance en África, la primera persona a la que me viene a la mente (pero ten en cuenta que la memoria es traicionera) es un familiar de una de las personas que murieron en las manifestaciones que consiguieron expulsar del poder a Blaise Compaoré, presidente de Burkina Faso desde hacía 27 años (2014). Para mí fue un poco delicado hablar de una persona que había muerto pocos días antes con un familiar para hacer un reportaje. Pero pensé que aunque las manifestaciones habían sido un éxito, era necesario hablar de esa veintena de personas que habían muerto esos días por conseguir aquello.
Imprescindible, ya es difícil en España, ¿cómo vive o sobrevive una periodista española ahí?
Esta pregunta a veces me avergüenza y a veces me llena de orgullo. Me avergüenza porque parezco una víctima cuando, en realidad, soy yo quien ha decidido hacer esto sabiendo que no era fácil. En España la información sobre África se vende y se paga fatal. Así que tengo un alquiler muy barato, como en los puestos callejeros y evito el 99% de las veces las quedadas de expatriados en las que se van a restaurantes donde se gasten más de 7 euros, o sea, todas. Utilizo transporte público (en Bamako se llaman Sotramas, furgonetas pintadas de verde adaptada para meter a una veintena de personas en la parte de atrás) y regateo los precios para los taxis y cualquier cosa que necesite comprar incluso más que un africano. Cuando viajo a otros países de la región utilizo autobús y, cuando voy de viaje, la inmensa mayoría de las veces soy acogida por locales en sus casas. Es en este sentido que me enorgullezco porque, cuando lo pienso, creo que vivir de este modo me acerca a África muchísimo y, en consecuencia, puedo contarla mejor. Pero también agota, agota mucho.
En este post (https://cuentosparajulia.wordpress.com/2017/01/25/fronteras/ ) explicas lo que vive cualquier persona al cruzar las fronteras en algunos países de África, ¿cómo es un día normal en la vida de María…?
Mi vida aquí puede llegar a ser tan normal que si te la cuento te aburres. Hay veces que me tiro días leyendo en el ordenador o encerrada en casa buscando la inspiración para escribir algún reportaje pendiente, o para buscar quiénes son las mejores personas para contarme algo para un artículo, o simplemente leyendo sobre África, noticias, informes, buscando datos, etc. Pero en mis días normales también hay mucho intercambio con los locales, converso con ellos, curioseo en sus vidas, sus preocupaciones, sus sueños… Intento que la sociedad africana, ahora mismo la maliense, me integre, pero me cuesta mucho porque, aunque a mí a veces se me olvida, ellos lo ven cada vez que interactúan conmigo: ¡soy blanca! Y, al igual que yo tengo unos estereotipos sobre ellos, ellos tienen unos sobre mí y tengo que explicar todo el tiempo lo mismo: soy periodista, soy independiente, no soy rica ni vivo en una mansión y sí, puedo tomar el mismo agua que tú y el mismo arroz que tú, es comida para blancos también, aunque algunos se piensen que necesite “cuidados especiales”.
Mujer, blanca, en zonas de conflicto permanente… ¿Necesitaste manual de supervivencia o te sorprendió una realidad amable, paralela a la de los conflictos?
Siempre me establezco en capitales y, las capitales en las que he estado no están en conflicto. El mayor conflicto que me he encontrado en una capital africana es el acoso masculino –en todas las que he conocido- y, en el caso concreto de Abiyán, la capital de Costa de Marfil, la delincuencia juvenil. Me sorprendió muchísimo esto, pero una vez te sumerges en su realidad te das cuenta de que es una consecuencia normal de la sociedad marfileña tras haber vivido años de crisis política. Creo que el manual de supervivencia que me comentas se va escribiendo con el día a día, con cada experiencia. Y en cuanto a la realidad amable decir que, por ejemplo, en Mali, me siento verdaderamente a gusto con sus gentes. Dirán que el país de la Teranga (hospitalidad) es Senegal, pero yo diría que a Mali le pega más ese nombre.
¿Cómo invitarías a los lectores a conocer los países que ya has recorrido y qué ruta sugerirías?
Creo que eso es algo muy personal, depende del viajero, cómo le guste viajar, cuánto dinero tenga y qué quiera descubrir. Las posibilidades son enormes. Como en España y Europa en general tenemos una imagen muy sesgada de África pensamos que es peligroso viajar a este continente pero no creo que sea más peligroso que viajar a otros lugares del mundo. África es sinónimo de contrastes, no sólo por la cantidad de culturas que se encuentra uno en este continente de 55 países sino porque te encuentras gente muy pobre y gente muy rica, pero también clase media. Es por eso que hay posibilidades tanto para un viajero con poco dinero como para uno que tenga el suficiente. Ahora sí, en función de cómo decidamos viajar a África así la percibiremos. Todo será una experiencia, en todo caso. Y en cuanto a la ruta, también depende de la persona y lo que busque. Yo sólo conozco algunos países de África occidental, y para un turista o para alguien que no ha venido a África le propondría comenzar por Senegal.
¿Por qué?
Yo diría que porque están acostumbrados a los turistas y a los blancos y es un país seguro porque no hay conflicto. En Mali también están acostumbrados a los turistas pero el conflicto en el norte y el centro del país impide visitarlo con total seguridad.
¿Y los libros, discos y actividades que nos recomendarías para enamorarnos de todo o parte del continente que ya hayas conocido?
Admito que en el ámbito cultural: música, cine, literatura, estoy muy perdida. Para libros recomiendo la iniciativa que ha comenzado en Twitter el blog Literáfricas. Con la etiqueta #100lecturasafricanas nos propone 100 libros sobre el continente africano. La revista Mundo Negro también acaba de comenzar una iniciativa con vídeos para recomendar libros africanos. En cuanto a música y cine recomiendo echar un vistazo a Wiriko dedicado a estos temas. Y, en cuanto a actividades relacionadas con África se pueden encontrar tanto en España como aquí, claro. En España se organizan talleres de danza africana o charlas por parte de diferentes asociaciones, instituciones, medios de comunicación, sólo hay que investigar un poco y empiezan a salir como champiñones. Aquí en África también se organizan muchísimas actividades. Hay un lugar clásico, al que suelen ir mucho los blancos, el Instituto Francés, que se encuentra en cada país francófono y donde se desarrollan conciertos, clases del idioma local, exposiciones y teatro, entre otras actividades, pero estas actividades se pueden encontrar en otros centros culturales creados por los autóctonos. En Bamako, por ejemplo, la oferta cultural es enorme.
De cuando Mali, Senegal, Níger o Costa de Marfil aún no estaban ni en tus sueños a ahora ¿en qué ha cambiado tu vida, tu profesión y tu imagen de cada país que has conocido?
En cuanto a mi vida debo decir que ha cambiado en el sentido en que me siento de ningún sitio, un poco apátrida, y de varios a la vez. Mi profesión, más allá de las distintas prácticas en medios y asociaciones durante y tras la carrera, comencé a ejercerla aquí. Es en África donde estoy aprendiendo mi profesión. Lo malo es que estoy lejos de las redacciones, lo cual puede ocasionarme pillar algunos malos vicios, y de la sociedad española, haciéndome olvidarme o no tener muy claro qué quiere saber sobre África, qué es lo que interesa al lector, qué sabe y que no sabe. Lo bueno es que cada día, por muy poco que sea, aprendo algo nuevo ya sea de mi misma, de África, del periodismo o de cómo funciona el mundo, las personas… En cuanto al cambio en la imagen de cada país que he conocido, buff. Podría escribir folios sobre el cambio, porque es grande. Como ejemplo: Cuando en mayo de 2016 decidí volver a África como freelance pensé estar un par de semanas en Dakar y un mes en Bamako, luego seguiría a Costa de Marfil, Burkina Faso, Níger… Dakar era de paso, la puerta de entrada, y en Bamako me propuse sólo un mes y si era menos, menos, ¿por qué? Porque estaba asustadísima. A España nos llega la imagen de que Mali es guerra y terrorismo. Y, aunque es cierto, Bamako es una burbuja donde se puede vivir completamente ajeno a lo que pasa en el norte o en las fronteras… Fíjate si me cambió la imagen que al final me quedé a vivir aquí.
¿Quién es ahora María Rodríguez?
Cuando se habla de periodismo en África se hace mucho uso de dos palabras: aventura y sueño. “¡Es una aventura!”, me dicen, “¡estás cumpliendo tu sueño!”, escucho mucho también cuando comento a familiares y amigos mi agotamiento. A lo de la aventura diré que el periodismo en África está mitificado. La cotidianidad de África puede parecer extranjera si la comparamos con lo cotidiano de España pero una vez se adapta uno a estar aquí es tan normal, dentro de sus propias características, como lo es para los españoles la de España. Yo sigo sorprendiéndome muchísimo, ¡y menos mal! Pero para mí aventura sería… ¡irme ahora a las islas griegas de vacaciones! O pillarme una moto y pasearme varios países latinoamericanos… En cuanto a lo de sueño diré que los sueños duelen. No me extraña que mucha gente deje sus sueños sin cumplir, no son nubes de algodón, ni están envueltos en arcoíris, hay mucho sufrimiento, muchas renuncias. A pesar de todo, no te voy a mentir, la María Rodríguez de ahora ya no se cree todopoderosa ni capaz de cambiar el mundo, pero sigue siendo una soñadora.