Ferrera: poesía embotellada dentro de lava de volcán

Al oír unos minutos la presentación de un joven bodeguero (Juan Rubén Ferrera), enamorado de sus viñas, me surgió el título para esta pequeño recorrido por los vinos de la bodega: Poesía embotellada dentro de lava del volcán.
La bodega Ferrera se encuentra en Arafo, un bello municipio de música, paisajes y vinos en las medianías del sur tinerfeño.
Describiré lo escuchado en el encuentro con Juan Rubén Ferrera, que sorprende por la sabiduría siendo tan joven. Él vive y respira enamorado de sus viñas y, al escucharle, se entiende de dónde viene la pasión. Es la tercera generación de un legado, de un trabajo que hoy en día sería imposible de realizar. El abuelo subía con mula a las viñas para construir los bancales piedra a piedra, para sembrar la semilla de ese amor tan grande a su hija Gloria y sus nietos en un lugar milagroso donde en el año 1705 hubo una erupción y la lava se detuvo sin destruir el monasterio que hoy en día es la finca donde se elaboran los vinos de altura , los vinos sinceros de variedades tradicionales, el trabajo manual, la viticultura ecológica, con el abono de estiércol de propias ovejas pelibuey.
La bodega se hizo a pedacitos, comprando un depósito, unas barricas, poco a poco, quitando el garaje, después la cuadra de caballos. Desde principio no hubo intención de elaborar muchos litros, pero la viña es agradecida y adictiva.
Cuando entregas el amor, ella te devuelve, casi no tienes otra salida que evolucionar, crecer. El vino es un vicio difícil de abandonar, es un estilo de vida, es amistad, amor, sentimientos, familia, compartir la vida.
El primer año con denominación de origen embotellaron 1.200 botellas y hoy en día la bodega lleva 60.000 litros en 16 tipos de vinos. Sin buscar embotellar la cantidad y sí la calidad apuestan por albillo criollo, malvasía aromática, moscatel, listán blanco, tempranillo y noble syrah. Aparte de la finca propia, rodeada por lava de volcán, miman, cuidan, guían las cepas en vaso con tutoría de una finca arrendada de 7ha en Vilaflor.
Se les llenan los ojos de brillo al contar cómo hacen competir a sus cepas, cómo la viña, casi salvaje, se desarolla sin necesidad de tratamientos. Las cepas -dicen- “nuestras plantas son corredores de montaña”, bien alimentadas, hidratadas con oxígeno de tierra removida.
Él se llama a sí mismo agricultor con mucho equilibrio. Para ellos es muy importante el momento exacto de cada labor del campo como de la bodega. Todo el año viven esperando el momento justo para embotellar, cada tipo de vino bien definido. Se mide para no fallar.
Canarias es un paraíso de vinos con sabores antiguos, una reserva de variedades prefiloxéricas europeas. Se hayan en esta tierra unas variedades tradicionales en plantaciones con raíces chupando nutrientes de la tierra en gran variedad de suelos y microclimas. En tan pequeño trozo de la tierra es posible encontrar una enorme diversidad de vinos. Casi imposible la monotonía y rutina. Siempre es un descubrimiento de nuevas sensaciones.
Blanco seco Ferrera 2016 D.O.
Vino de Calidad de las Islas Canarias
Vino de altura elaborado de listan blanco de los viñedos situados entre 1.000 y 1.400 metros de altura sobre nivel del mar, en las laderas volcánicas entre los pinos que se burlan del fuego y florecillas silvestres.
Al servir en la copa, apareció de amarillo pálido lleno de destellos brillantes verdosos de agua, como el lloro de una parra, irradia frescura con sus aromas de hinojo, un halo de piel de mandarina, algo de fruta blanca madura, nota luminosa de pino con flores de jazmín. En boca, bien estructurado, ligero, regala frescura, parece juvenil, sabe a los tenderetes entre amigos, abre el camino a un día alegre. Limpia al paladar invitando el sorbo siguiente, me recuerda el equilibrio que busca en cada paso la bodega.
Me sabe a una familia, a dulces lágrimas de un esfuerzo por mantener el camino realizado por un abuelo que solo con sus manos curtidas, sin medios ni siguiera una carretera para subir, sin temores de abandono, llegaba a sus viñas de milagro que acarician el alma a todo aquel que tiene suerte de verlas y sentir la energía que desprenden.
Un vino ideal para empezar la fiesta entre amigos y abrir el camino a los momentos inolvidables de la vida.
¡Salud!