Castellano: “la imagen de Adou en esa maleta fue un golpe al estómago y al cerebro”

Un niño aparece en el interior de una maleta. La foto del scaner de Ceuta da la vuelta al mundo y se queda impregnada para siempre en la cabeza y el estómago de Nicolás Castellano Flores (Las Palmas de Gran Canaria, 1977). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, Castellano desde el año 2000 desarrolla su carrera profesional en la Cadena SER, primero en Ser Las Palmas, como jefe de Informativos (de 2005 a 2007), y desde entonces hasta hoy en la redacción de Madrid. Durante los últimos dieciséis años se ha especializado en el fenómeno de la inmigración, siguiéndolo tanto en la orilla europea como en las costas africanas, en sus países de origen o de tránsito. Entre otros, Nicolás Castellano cuenta con el IX Premio Derechos Humanos del Consejo General de la Abogacía Española, la Medalla de Oro de la Cruz Roja Española, el Premio de Periodismo Berta Pardal y el Premio Periodismo Humano 2013. Entre la urgencia de decenas de noticias sobre refugiados y crisis de hambre, nos atiende unos minutos por correo electrónico para ahondar en el porqué de su último libro, Me llamo Adou (Ed.Planeta):
A veces una noticia se queda impregnada en la retina de un periodista y no se despega de ella en la vida. ¿Qué diferenció el caso de Adou de otras noticias similares, igual de trágicas, que sueles cubrir?
La imagen inédita de esa especie de muñeco en la pantalla del escáner del puesto fronterizo del Tarajal. Uno piensa que después de 17 años dedicándose a esto pocas cosas te van a sorprender pero la realidad de las fronteras siempre te arrolla y te sacude. Para mí la imagen de Adou en esa maleta fue un golpe al estómago y al cerebro, me dije esa tarde, ¿ Pero en qué hemos convertido las leyes de extranjería para que una criatura acabe metida en una maleta? Desde el primer minuto vi en la imagen el fracaso de Europa, el fracaso de todos por permitir que esto se siga produciendo, que hayamos cerrado la jaula dorada europea obligando a tanta gente a estrellar sus vidas contra nuestras fronteras. Adou en esa maleta nos interpela a cada uno de nosotros, y cada uno de nosotros tenemos que decidir si la miramos y reflexionamos o hacemos lo que está cada vez más de moda, mirar hacia otro lado. Es lo que dice en el prólogo el gran Luis García Montero, la piedad líquida, esa sensación que nos hace identificarnos con ese niño o esa familia por unos minutos o unas horas pero que se diluye rápidamente hacia la siguiente noticia tendencia.
Además de la historia de Adou, ¿qué denuncias en este libro?
La historia con nombre propio, el de Adou, lo que acaba descubriendo es la arbitrariedad y la dureza con la que se regula en España y en Europa la reagrupación familiar. Miles de extranjeros soportan un coste emocional enorme cuando dejan todo en sus países de origen y se instalan entre nosotros. Como cualquiera, ellos también quieren seguir rodeados de los suyos y es lo que intentan después de muchos años separados de ellos hasta que cumplen los requisitos para solicitar la reagrupación familiar. Son miles y miles de hijos los que no pueden reunirse con sus padres por culpa de estas leyes y esto es exactamente lo que le pasó a Adou y a su familia. Entre los muchos requerimientos del reglamento que regula la ley de extranjería en referencia a la reagrupación familiar hay uno que es el que se acredite unos ingresos adecuados en base al IPREM, el índice que sirve por ejemplo para decidir qué estudiantes tienen o no derecho a beca, pues bien, a Alí le faltaban 56 euros al mes en su nómina para llegar a la cantidad que le exigía la Delegación del Gobierno en Canarias para traerse al pequeño después de haber reagrupado ya a su mujer Lucie y a su hija Mariam. La propia ley dice que se “minorará el criterio económico “en beneficio superior del menor. En este caso el niño se había quedado sólo en Costa de Marfil con la muerte de su abuela, en la sola compañía de su hermano que aún no había cumplido la mayoría de edad. Una mala interpretación de la ley, y así lo dijo el Defensor del Pueblo, le dio un portazo a este niño y a esta familia y la desesperación de los padres que acudieron a una red estuvo a punto de generar una tragedia.
Desde que contaste la noticia hasta la presentación del libro, ¿cómo ahondaste durante estos dos años en los detalles del caso?
Desde el primer momento, cubrí la noticia en colaboración con mis compañeros de Ceuta. Viajé a la ciudad autónoma en varias ocasiones para hablar con la madre cuando fue a visitar a Adou mientras continuaba en el centro de menores o ya en el momento en el que el pequeño fue entregado a su madre, etc Pero una vez pasados los focos seguí en contacto con la familia, los visité en su casa en Puerto del Rosario, continué viéndoles y documentando toda su historia de vida en encuentros en Zaragoza, Bilbao , París. Además de muchos días y muchas horas de conversación con la familia, hablé con los agentes de la Guardia Civil que encontraron al niño y detuvieron al padre, con los abogados, con expertos en extranjería y reagrupación familiar, con los técnicos del área del menor de Ceuta, etc etc Es un libro periodístico que se nutre de muchísimas fuentes y muchísimas voces.
A pesar de los episodios dramáticos que nos relatas casi a diario ¿cómo es que aún no hemos aprendido a gestionar mejor la colaboración con terceros países y las crisis migratorias?
Hay días que pienso que no hemos aprendido nada, sobre todo cuando tengo que contar nuevas muertes y nuevas tragedias. Europa lleva más de 30 años aplicando políticas de cierre de fronteras, los muros de Ceuta y Melilla cumplen un cuarto de siglo, el muro de patrulleras de la Guardia Civil en el Atlántico tiene 11 años, el de los barcos de guerra en el Mediterráneo más de 20 y el resultado es un incremento de las muertes. Es una auténtica vergüenza que las fronteras europeas sean las más mortíferas del mundo, más de 5.000 muertos el año pasado , pero también es una vergüenza que no reaccionemos todos de una vez para evitarlo. Por qué? Seguramente porque el racismo intrínseco que va en aumento nos ha metido el miedo en el cuerpo y por eso permitimos las barbaridades de nuestros gobernantes. La cuestión no es quedarnos con la mirada en nuestros muros, tenemos que mirar al otro lado.
¿La llegada de Trump y la cerrazón de Europa te hacen temer más episodios dramáticos?
Si el resultado del cierre de las fronteras es más muerte, más sufrimiento y más enriquecimiento de las redes que burlan esa vigilancia la verdad es que soy muy pesimista. Ya lo dijo en su libro Sami Nair “ Y vendrán…” seguimos sin entender que los movimientos forzosos de población no se regulan con armas o con vallas. La prueba es que con el mundo con más muros tenemos el mayor movimiento forzoso de población de los últimos 60 años, pero no nos dejemos engañar por el ombliguismo europeo, el 99 por ciento de lo 65 millones de personas que viven fuera de sus hogares huyendo de la violencia lo hacen o como desplazados internos en sus países o en los países vecinos, es decir, que están en África, Asia o América Latina, no en Europa. Pero lo que más me preocupa es como ha calado en la sociedad de los países ricos ese lenguaje facilón de los Trump, Le Pen, etc haciendo creer que esto una guerra entre nosotros y “los otros”. El primer acto reflejo de un ser humano para sobrevivir es el movimiento, el primer viaje fue migrar, y esto seguirá siendo así. Mi esperanza es que la sociedad europea se rebele y entre todos obliguemos a los Estados a cambiar esta línea suicida en materia migratoria.