África también es urbana

Pasear el centro de Abiyán, la capital económica de Costa de Marfil, puede hacer dudar al viandante extranjero en qué lugar del planeta se encuentra. Hay edificios muy altos aquí y allá, aceras sobre las que percibes tus derechos de peatón, las carreteras no tienen baches y los coches muestran todos, incluidos los taxis, buen aspecto. Para llegar hasta el área urbana, dos enormes puentes atraviesan la laguna por la que se caracteriza esta ciudad, conocida desde su apogeo en los años 80 como el París de África del Oeste, y su centro como el Manhattan de África occidental.
Desde entonces la ciudad crece, con buenas y malas rachas, pero los marfileños siguen reconociendo a esta urbe como el petit París. “Todos los africanos de África del oeste quieren vivir aquí”, aseguran algunos de sus ciudadanos sin esconder el orgullo que esto les supone. En un centro comercial que podría ser perfectamente europeo, perfectamente español, una marfileña dice sin reparo que en Bamako, la capital del vecino Mali, son más “primitivos”. La ausente modestia de los abiyaneses ante el desarrollo de su ciudad es más que evidente. Pero Bamako es una ciudad que, a su manera, también crece; cada año en un 6% desde hace 15.
Para cualquier persona que haya estado o viva en el continente es algo obvio y remarcarlo parece absurdo. Cada uno de sus 55 países tiene una capital que, más o menos desarrollada, se caracteriza por sus altos edificios en el centro, carreteras asfaltadas, pero también de tierra y, por supuesto, los atascos, los humos del combustible quemado y diversos y (algunos) originales sonidos de claxon. Pero para las personas que viven alejadas de África y que solo la conocen a través de la información que ofrecen los principales medios de comunicación, puede ser un hecho que sorprenda. Como este dato:
Luanda, la capital de Angola, país africano, es actualmente la segunda ciudad más cara del planeta. Había sido la más costosa del mundo desde 2013, pero en 2016 Hong Kong le quito este honor. Curiosamente, y acorde con la diversidad de África subsahariana, en este continente también se encuentra la ciudad más barata del mundo según el índice Mercer: Windhoek, la capital de Namibia.
Además, según el último ranking de costo de vida internacional de la consultora Mercer dentro de las diez ciudades más caras de 2016 se encuentran otras dos africanas: Kinshasa, la capital de República Democrática del Congo (6ª mundial), y Yamena, la capital de Chad (9ª).
Enormes edificios se levantan a lo largo y ancho del continente, destacando por su altura los de Sudáfrica. Allí, en la ciudad de Johannesburgo, se encuentra el rascacielos más alto de toda África: el Carlton Centre Office Tower. Fue construido en 1973, mide 223 metros y tiene 50 pisos. No supera al rascacielos más alto de España (la Torre de Cristal, del complejo Cuatro Torres de Madrid) por 26 metros. Intentando alcanzar al Carlton Centre está también en Johannesburgo el Ponte City Apartments que, aunque tiene 4 pisos más que el anterior su altura es de 173 metros. Para hacerse una idea mental de la altura de estas torres: la torre más alta de las Islas Canarias, la Torre de Santa Cruz 1 (Santa Cruz de Tenerife) mide unos 120 metros. Y para no pensar que sólo Johannesburgo alberga los edificios más altos de África, decir que Nairobi (Kenia), Lagos (Nigeria) y Dar es Salaam (Tanzania) son algunas de las ciudades donde se hallan otros de los más altos edificios africanos.
A pesar de que este continente es reconocido en el imaginario colectivo por las imágenes rurales, sus ciudades son una de sus realidades que si no se tiene en cuenta es como negar a África su propia personalidad. Y es que, aunque en el continente la población urbana, según indica el Banco Mundial, es del 37,73% (2015) y todavía inferior a la rural, parece que no siempre será así. El aumento es exponencial y según las previsiones, el número de habitantes en las ciudades africanas deberá pasar de 400 millones (cifra de 2009) a un billón (1.000 millones) en 2040.
Asimismo, según explica un informe de 2014 de ONU-Habitat, África del Este es la zona del mundo en la que la población está menos urbanizada pero donde la urbanización es más rápida. A esta región le sigue en velocidad de urbanización en este continente la de África occidental. En cuanto a la población de África central, se estima que se convertirá mayoritariamente en urbana en torno a 2030, pero a África austral le hace falta menos tiempo, se prevé que ocurrirá al final del decenio presente.
Actualmente, Gabón es el país de África subsahariana donde mayor población urbana hay con un 87% del total, superando a la de España que, según datos del Banco Mundial es del 80%. Pero no es el único país del África negra donde ya más de la mitad de la población vive en las ciudades. También ocurre en Yibuti (77%), Cabo Verde (66%), República del Congo (65%), Sudáfrica (65%), Gambia (60%), Mauritania (60%), Botsuana (57%), Camerún (54%), Ghana (54%) y Costa de Marfil (54%).
No obstante, el crecimiento de las ciudades africanas va acompañado además de enormes desafíos: la sobrepoblación, las desigualdades socioeconómicas, la falta de empleo, el crecimiento descontrolado de los suburbios de aquellos que no ganan lo suficiente pagar un alquiler, ausencia de una planificación urbana coherente, la criminalidad, la capacidad de desplegar las diferentes infraestructuras y servicios públicos, como el suministro de agua y electricidad, de saneamiento o transporte, etc.
Bamako, la capital de Mali, se abarrota de coches, camiones y motos varias veces al día, las horas punta son el mediodía y a partir de las seis de la tarde, cuando todo el mundo vuelve a casa tras la jornada laboral. En esos momentos cuando regateas con el taxista el precio hasta tu destino muchas veces lo aumentan con el mismo argumento: “¡Hay atasco!”. Pero los taxistas también conocen muy bien por qué calles no asfaltadas y llenas de baches introducirse para evitar las enormes colas de vehículos, humos, pitidos y estrés. Es mediodía y decido tomar un taxi para volver a casa. Sin poder evitarlo, y visto que me voy a tirar más de veinte minutos con la persona en el mismo coche, comienzo una conversación con el conductor que durará hasta el final del trayecto, que por suerte no tiene grandes atascos pero está lleno de atajos para evitarlos. Cuando estamos a mitad de camino le hago un comentario a modo de pregunta: “¿Sabías que en España hay gente que se sorprende cuando le explico que aquí hay coches?”. El taxista, también sorprendido, se echa a reír. Igual piensa que estoy de broma o igual se ha ofendido pero prefiere ocultarlo porque sí, África es rural pero, para bien y para mal, también es urbana.