La alimentación genera empleo

Se calcula que en los próximos 15 años, alrededor de 1.600 millones de personas en los países de ingresos medios y bajos alcanzarán la edad de trabajar, y la gran mayoría procederán de África. Por eso, crear puestos de trabajo en el sector de la alimentación para esta nueva generación y mantener y mejorar la calidad del empleo de los que ya trabajan será un reto importante para todos los gobiernos africanos.
El sistema alimentario emplea a la mayoría de las personas en los países en desarrollo, tanto como autónomos como asalariados y seguirá haciéndolo en el futuro previsible. El sector agroalimentario se extiende más allá de la producción agrícola para incluir el almacenamiento, procesamiento, distribución, transporte, logística, venta minorista, preparación, restaurantes y otros servicios. A medida que aumenta la renta per cápita de un país cambian sus hábitos de alimentación, esto origina que aumenten la demanda de empleos en los segmentos no agrícolas del sistema alimentario.
Esto es lo que afirma un nuevo documento del Banco Mundial (BM) que lleva por título Future of food: shaping the food system to deliver job (El futuro de la alimentación: configurando el sistema alimentario para generar trabajo). El informe se centra en cómo el sistema alimentario puede ofrecer puestos de trabajo y proporciona un marco para comprender los factores que determinan el número y calidad de los puestos de trabajo de este sector. Al mismo tiempo, destaca un conjunto de acciones que según el BM los países pueden adoptar, adaptándolos a sus propias circunstancias, para fortalecer la contribución del sistema alimentario a la creación de empleo.
De la lectura de este documento se pueden extraer algunas ideas que pueden ser claves para el desarrollo del sector en el continente africano.
En África, el sistema alimentario emplea a muchas personas y seguirá haciéndolo durante el período establecido para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es decir 2030, y, con toda certeza, se se prolongará más allá. En lo que podemos considerar el primer escalón de esta cadena, el empleo por cuenta propia o ajena en la agricultura sigue generando la mayoría de los ingresos en zonas rurales del continente y puede tener grandes efectos en la reducción de la pobreza.
Como hemos señalado anteriormente, el sistema alimentario se extiende más allá de la producción agrícola para cubrir todas las actividades que se desarrollan a lo largo de la cadena de valor, tales como el procesamiento de alimentos, su transporte, la venta minorista, restaurantes y otros servicios. En África, el aspecto no agrícola del sistema alimentario cada vez representa una parte mayor de los procesos de producción y servicios de la economía. Es una realidad que la participación del empleo en la agricultura tiende a disminuir a medida que aumenta la renta per cápita de un país, pero, paralelamente, la participación en la producción de alimentos y los servicios aparejados a la alimentación tienden a aumentar. Esta es la tendencia que se está experimentando en la actualidad en la mayoría de los países de África Subsahariana.
Si los países africanos quieren aumentar el número y la inclusión de los puestos de trabajo tienen que prestar atención al crecimiento del sistema alimentario, la calidad del empleo y la inclusión de jóvenes y mujeres. La urbanización y el crecimiento del ingreso per cápita que experimentan la mayoría de estos estados, ofrecen nuevas oportunidades, sobre todo con la introducción de nuevos productos que permiten variar la dieta tradicional de cada región, lo que puede revertir en nuevos empleos en el sistema alimentario, más allá de la mera producción agrícola. La inclusión de las mujeres y la contratación cada vez mayor de los jóvenes que acceden al mercado laboral en puestos de trabajo generados por los sistemas alimentarios pueden aumentar la productividad y mejorar la armonía social.
Es muy importante que todos los gobiernos africanos pongan los medios necesarios para aumentar la calidad de los empleos que dependen del sector alimentario. Si se consigue esto se podrían aumentar los retornos del trabajo, aumentar la estabilidad de los ingresos y mejorar las condiciones laborales. Todo un reto que en la actualidad muy pocos gobernantes parecen dispuestos a emprender pero que se presenta como fundamental.
Finalmente, cabe decir que estas son recetas generales que deben ser adaptadas a cada país, ya que las prioridades varían en cada uno de ellos según su propia idiosincracia y contexto. Se necesitarán diferentes combinaciones de intervenciones en las economías dependientes de la agricultura en relación con las economías transformadoras o urbanizadoras. También hay que tener en cuenta la brecha entre las regiones más productivas y las que menos, la abundancia o escasez de tierras, la intensidad del éxodo urbano y dónde se concentra este…, según el informe.