Contra el franco CFA

Desde hace tiempo, pero especialmente desde hace un par de años, ciudadanos de África Occidental y Central organizan acciones para exigir a sus países que abandonen el franco CFA y creen una moneda común africana. Desde mediados de septiembre, las protestas e iniciativas han aumentado desde que Senegal arrestó y expulsó a un activista por quemar dinero durante una manifestación.
El franco CFA fue creado en diciembre de 1945, cuando Francia ratificó los acuerdos de Bretton Woods (que establecieron las reglas para las relaciones comerciales y financieras entre los países más industrializados y crearon el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional). En aquel momento sus siglas significaban franco de las Colonias Francesas de África. Cuando empezaron los movimientos de descolonización, sin cambiar las siglas se cambió el significado en 1958, por el de franco de la Comunidad Financiera de África, dentro de la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMOA), y franco de la Cooperación Financiera en África Central de la Comunidad Económica y Monetaria de África Central (CEMAC). Hasta 1993, los dos institutos de emisión de moneda: el Banco Central de los Estados de África del Oeste (BCEAO) y el Banco de los Estado de África Central (BEAC), ambos con sede en París, intercambiaban sus monedas, pero desde ese momento ambas son totalmente independientes.
En el franco CFA de África Occidental están integrados: Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea Bissau, Malí, Níger, Senegal y Togo. En el franco CFA de África Central: Camerún, Chad, Gabón, Guinea Ecuatorial, República Centroafricana y República del Congo. Como se puede apreciar en esta lista, hay dos países que no fueron colonias francesas: Guinea Ecuatorial (española) y Guinea Bissau (portuguesa).
El último incidente conocido tuvo lugar en Dakar, cuando el activista franco-beninés conocido como Kemi Seba (su verdadero nombre es Stellio Gilles Robert Capochichi) fue arrestado, tras quemar un billete de 5.000 CFA durante una manifestación celebrada en esa ciudad, siguiendo una denuncia del BCEAO que le acusaba de destruir propiedad. Si hubiera sido declarado culpable podría haber sido condenado a una pena de cinco años de prisión. Sin embargo, finalmente, fue puesto en libertad.
Los defensores del CFA argumentan que protege a los países que lo utilizan de la inflación y la incertidumbre. Señalan a Guinea Conakry como ejemplo de lo que podría suceder si se abandona esta moneda.
Guinea fue colonia francesa y optó por su propia moneda tras la independencia. Regularmente se enfrenta a la escasez de divisas y su banco central lucha por asegurar la estabilidad sin conseguirla siempre.
Por su parte, los críticos, como los que dirigen el movimiento anti-CFA, dicen que el verdadero desarrollo económico de los 14 países adscritos a esta moneda solo puede lograse si se deshacen de ella. Argumentan que a cambio de las supuestas garantías que Francia les proporciona, los países africanos canalizan más dinero a Francia de lo que reciben de ella como ayuda.
Igualmente, sostienen que no tienen voz en la decisión de las políticas monetarias claves acordados por los países europeos que son miembros de la Zona euro y que repercuten directamente sobre ellos.
En teoría todos los Estados son libres de abandonar esta moneda, pero hasta el momento ninguno ha indicado ninguna intención de hacerlo. Pero cada vez son más los jóvenes que consideran el franco CFA como un símbolo de la dominación económica y financiera de Francia sobre sus antiguas colonias. Sin embargo, las protestas de estas personas no se dirigen solo contra la antigua metrópolis, sino también contra sus propios líderes políticos de sus países a los que acusan de complicidad con el antiguo poder colonial.
La mayoría de los movimientos prodemocracia que han surgido en el continente en los últimos años, como Y’en a Mare en Senegal o Balai Citiyen en Burkina Faso, también abogan por la derogación del CFA, lo que, según ellos, pondría fin a la fuerte influencia de Francia sobe sus países.