Deportes

El campeonato soñado de Selén Agudy

Por Alberto Catalán

Foto por Joaquín Ponce de León

Su nombre es Selén Agudi. Él es un boxeador nacido en Mali de sólo 25 años y vive en Tenerife desde hace ya algunas primaveras. Sin embargo, este joven luchador, cuyo sueño es ser campeón del mundo de su disciplina, tiene a sus espaldas una infinidad de acontecimientos que le han hecho ser un veterano.

Pero empecemos por el final. A día de hoy, Selén Agudy trabaja en una ferretería en El Camisón –en Arona- y entrena en la famosa Escuela Povedano, de donde han salido campeones de la talla de Cheikh Dioum o Artem Haroyan. Para él, cada día en el gimnasio es como una bendición, puesto que tanto Manuel Povedano como Yadiana Labrada, dueños del gimnasio, se han convertido en su familia.

Y es que su situación doméstica no es nada sencilla. Mensualmente envía dinero a su familia para mantener a su madre y a sus dos hermanos, uno estudia en Senegal y otro, en la frontera de Mali con Guinea. Además, también se encarga de la manutención de sus primos, naturales del país de los tuaregs, Tombuctú y Gao. Selén ha encontrado en las Islas una vida mejor, pero el camino para conseguirla no ha sido nada sencilla.

Y es que llegó en patera hace casi 12 años. Lo hizo llegando a orillas de el Hierro tras una travesía larga y cansina en la que, según cuenta Agudi, le tocó vivir la peor experiencia de su vida. Fueron cuatro días y él era el más joven de los 45 pasajeros que se encontraban a bordo. Tras recorrer muchos kilómetros en coche de Mali a Mauritania, desde donde salió la patera (se lanzó al mar sin saber nadar) emprendió un viaje nada fácil.

De manera anecdótica, recuerda que en el viaje, un hombre que se pasó dos días amenazándole y riéndose de él por el simple hecho de ser joven, le obligó a rezar una noche en la que el fuerte oleaje casi termina con la expedición. Tal fue la insistencia que el capitán de la embarcación se vio obligado a mediar para que la situación no empeorase y aquel joven pasajero no tuviera más problemas de los que ya por sí se les presentaban.

Se les acabó la comida al segundo día y el agua, al tercero. Se pasaron casi 48 horas sin comer y poco más de 24 sin beber agua potable, puesto que intentó tomar agua salada. Arribó a tierras herreñas y allí, aunque se encontraba bien, cuando desembarcó sufrió una hipotermia que al propio Agudi le trae muy malos recuerdos. Es más, a día de hoy, si vive con una ley de oro es que “lo último que recomendaría es coger una patera, pero cuando quieres vivir una vida mejor, hay que correr ciertos riesgos”.

Desde que llegó, no todo ha ido sobre ruedas. De El Hierro, le trasladaron en barco a Tenerife para refugiarle en el Campo Militar de Hoya Fría. De ahí, le enviaron al centro de menores de La Cuesta para darle cobijo durante un mes y, al cabo de ese tiempo, a la base militar de La Esperanza, donde estuvo durante tres meses.

Finalmente, se terminó estableciendo en la Caleta de Güímar, donde vivió tres años y desde donde fue capaz de estudiar un curso de auxiliar de informática.

La vida de este africano en Tenerife, en su comienzo, como la de cualquier inmigrante, no fue nada sencilla. Pero su esfuerzo y ganas de vivir le llevaron a cumplir uno de sus grandes sueños en 2013. Empezó a boxear como medida de evasión. Y no le fue nada mal. Hace casi cuatro años fue convocado por la Selección de Canarias de Boxeo para una velada en la que se enfrentaron al combinado de Euskadi. Perdieron, pero para él, el simple hecho de haber representado a una comunidad que tanto le ha dado fue una satisfacción tan grande que aún se le ponen los pelos de punta pensándolo.

Su sueño es volver como un triunfador a su país. En un estado principalmente musulmán en el que hace pocas semanas los jóvenes levantaron la voz ante la corrupción, el paro, la miserable educación, sanidad y la inseguridad, la ilusión de joven boxeador es llevar un campeonato del mundo a su tierra, acompañado de su entrenador, Manuel Povedano.

No le importan las barreras que tenga que saltar o los baches que esté obligado a superar. Selén Agudi no lo ha tenido fácil y, aún así, seguirá luchando para lograr una serie de objetivos que ya ha visto que tiene potencial para obtener.

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