Smockey: “Tenemos que transitar a una sociedad que de respuesta a las necesidades humanas”

Tahrir significa liberación. No es casualidad que en esta plaza del Cairo, en Egipto, se concentraran miles de personas en el año 2011 para protestar contra la represión política, la falta de libertades y justicia, la pobreza y la corrupción. Un clamor que hizo de Tahrir el kilómetro cero que se extendió continente abajo unido ante el hartazgo común hacia un sistema ahogador. Siete años después, regímenes que llevan décadas en el poder o bien se tambalean, así está ocurriendo en República Democrática del Congo, Mali o Chad; o bien se desploman, como es el caso de Senegal, Burkina Faso o Gambia.
De estos tres últimos puntos de la geografía africana vienen respectivamente el periodista José Naranjo, el cantante Serge Bambara (más conocido como Smockey) y la política Fatoumata Jawara, los invitados del tercer encuentro celebrado en la edición dedicada a África del foro Enciende la tierra, organizado por la Fundación CajaCanarias y moderado en esta ocasión por el periodista Nicolás Castellano, que lleva por título Revoluciones después de Tahrir. “El régimen de Yahya Jammeh fue despótico, fue dictatorial, con gran falta de democracia y de derechos, y esto duró 22 años. Yo llegué a ser detenida junto con otros opositores y tuve que padecer torturas y palizas”, relata una emocionada Fatoumata Jawara, hoy diputada de la Asamblea Nacional de Gambia.
El caso de este pequeño país africano, situado a apenas 1.600 kilómetros de las Islas Canarias, es el más reciente de las dictaduras africanas derrotadas tras el proceso revolucionario de la Primavera Árabe. Ocurría en enero de 2017, algo más de dos años después de que en Burkina Faso el entonces presidente Blaise Compaoré fuera derrocado tras las protestas encabezadas por el movimiento ciudadano Le Balai Citoyen (La Escoba Ciudadana, en español), que quería poner fin a su intención de modificar la Constitución para perpetuarse en el poder tras 27 años de gobierno.
“Hay un proverbio africano que dice que el día que un mosquito se te posa en los testículos te das cuenta de que no todo se puede resolver a golpes. Nosotros fuimos el mosquito de Compaoré”, afirma Smockey. Para este rapero, cofundador de Le Balai Citoyen, “la lucha no puede acabar porque las revoluciones son un proceso en el que se comienza haciendo acopio de fuerzas, que luego estallan en una revuelta y que no se materializa en ruptura con lo anterior hasta que no hay un cambio de mentalidad a todos los niveles”. “Tenemos que transitar a una sociedad que de respuesta a las necesidades humanas”, añade.
Para el periodista canario José Naranjo, quien reside en Dakar desde 2011, “la caída de Ben Ali en Túnez o de Hosni Mubarak en Egipto, pese a que luego las cosas no hayan salido muy bien, ha mandado un potente mensaje al mundo: el de que se puede acabar con la opresión. Y ese mensaje cala en muchos países de África”. Naranjo explica este fenómeno que desde Tahrir ha ido transformando en el continente el escenario de los gobiernos opresivos como si fueran piezas de dominó cayendo: “Existe un vínculo en los movimientos sociales y ciudadanos que como hongo después de la lluvia están surgiendo en toda África. El primer elemento que les une es el malestar previo; el segundo elemento importante es el uso y la divulgación en redes sociales, Internet y teléfonos móviles, que hace que estos grupos activistas estén conectados y ya no estén aislados en su país, se ayudan. Y por otro lado, está el factor de la confluencia de la lucha de ciudadanos con artistas, lo que se explica por la importancia de la oralidad africana y la expansión del rap, cómo éste vehicula el mensaje de protesta”.
Tras estas exposiciones la pregunta podría ser: ¿Y ahora qué? Jawara lo tiene claro: “Soy la única mujer diputada en el parlamento y en Gambia las mujeres somos el 62 por ciento de la población. Hay que capacitar a la mujer para que participe en la vida política africana a través de formación, apoyo de la sociedad civil y fondos para financiar sus campañas”. El papel de la mujer y de la juventud se alzan en este foro como las claves principales para continuar avanzando en un futuro mejor. En este sentido, dice Smockey que “sólo se ve de África la migración externa, pero no que la mentalidad africana está cambiando a través de los jóvenes, que se han dado cuenta de que se merecen recuperar el poder”. “La mente es como un paraguas”, señala, “hay que abrirlo para que sirva de algo”.