Africa 3.0

Graceland

Y entonces el pequeño genio Simon agarró su guitarra y se fue de gira al país de la tierra roja. Cuando sobre unas cuerdas [Paul] empezó a dibujar los acordes de Graceland, a todos, incluso a mí que soy un incapacitado cultural y físico para los acordes, se les iban los pies. Ante miles de almas en Harare, su imagen con una camiseta blanca, una guitarra española negra y colgantes de leopardo es inolvidable y ya forma parte de la memoria colectiva del Africa austral más emotiva.

¿… Qué donde había que registrarse para visitar Central Park? Le decían, a un por aquel entonces joven Paul Simon, los músicos sudafricanos negros de Ladysmith Black Mambazo durante las sesiones de grabación de Graceland en Nueva York. Aquella obra de ingeniería social denominada apartheid había creado un pantagruélico entramado de leyes segregacionistas entre las que estaba la denominada política de pases. Actas que en su propio país exigían a los no blancos portar permisos para visitar determinados lugares a determinadas horas. Vosotros sois ciudadanos libres en un país libre; podéis ir a donde queráis sin necesidad de pase alguno… Esas fueron las palabras de Simon a unos tan geniales como incrédulos coristas sudafricanos que atónitos veían como nadie les pedía la documentación o que el chofer de la limousine que los llevaba al estudio era un blanco servicial que no los miraba como mandriles.

El puritanismo exorbitado de los años dorados del apartheid privó de mucho a una generación que fuera de Sudáfrica veía que las cosas giraban de otra manera; pero si eras white… se vivía tan bien en Africa del Sur que, ¿quién quería cambiar lo establecido por ver dos tetas en una revista? El omnipresente aparato censor afrikaner lo acaparaba todo y, evidentemente, eran los medios de comunicación, en una época en que Internet era un mero delirio, el principal objetivo del telón. Graceland pasaría a la historia como algo más que un soberbio trabajo musical. Supongo que era una época en la que la cultura se adquiría por libros y por la magia de la radio. Graceland vio la luz cunado el compact disc apenas era un adolescente por lo que mi generación lo escuchamos en vinilo. Está vivo el vinilo; se queja y vibra y es un ritual el poner un disco en el tocata a correr; eso de la música digital me suena a música enlatada.

¿Pero cómo llego el pequeño genio de New Jersey a Jo´burg? A Sudáfrica se llega por curiosidad o por destino; dos opciones que al final resultan ser la misma. Tan pronto aterrizó descubriría un universo de ritmos y tonalidades o como cuatro amigos se unían en una esquina del Township de turno y creaban arte para los oídos.

Ante la lógica censura del gobierno de Pretoria para la puesta en escena del musical en Sudáfrica, se optó por la vecina Zimbabwe, antigua Rhodesia, como la primera plaza africana para la gira de Paul Simon y los solistas que le acompañaban. A los que se les unirían personalidades de enorme calado musical e ideológico; caso de Miriam Makeba, exiliada de Sudáfrica y residente en Guinea. Por aquellos años y a causa del regimen racista, Sudáfrica sufría un embargo comercial por parte de Naciones Unidas. Al grabar en un estudio de Johannesburgo, Simon sería acusado de violarlo. Surrealista.

Su imagen fue utilizada por el ANC (African National Congress) – ruina económica, social y política de la actual Sudáfrica – como la de un blanco millonario que se servía del talento de unos músicos negros oprimidos por un gobierno [igualmente] blanco. Toda una maquiavélica maniobra del ANC que acabaría convirtiéndose en la más poderosa campaña publicitaria para Simon y Ladysmith Black Mambazo que, con la música, mejoró la imagen de un país antipático que acabaría abriéndose al mundo. Sí; el gobierno blanco de Sudáfrica no terminaba de ver bien las intenciones de Paul Simon de grabar con músicos locales negros y crear el más poderoso icono de libertad que existe: la música. Y no deja de ser curioso como la música fue uno de los pilares que con mayor éxito se enfrentaron al sistema segregacionista; recordando ahora el caso de otro artista-disco polémico, pero mucho menos conocido: Sixto Rodríguez. Un cantante latino cuyo disco entró en Sudafrica de contrabando y se hizo tremendamente popular mientras él no pasó de ser un obrero en Detroit desconocedor de su tremendo éxito en el Hemisferio sur, pero esa es otra historia. No perdamos la perspectiva de que por aquellos años ochenta el preso46664 –Mandela- aún picaba piedras en una cantera de Robben Island y las calles de Sudáfrica eran un hervidero de enfrentamientos entre la policía y los negros.

Tres décadas después del colapso del apartheid, el disco es un faro y ya no sólo en lo referente a la fusión musical, sino como parte de la historia de un país que renació de su propia tiranía. Aun así, habría que esperar hasta 1992 para que Graceland se estrenara en una Sudáfrica libre de censura y no sin cierta polémica pues el ala más radical de los movimientos de liberación negra seguían señalando a Paul Simon como un blanco que se aprovechaba de unos negros…Discurso habitual ahí abajo. Incluso el New York Times aportó su granito a la polémica destacando que la población negra no podía pagar los 30 dólares de la entrada por lo que sólo habían sudafricanos blancos celebrando una libertad que [estos], ya de por sí tenían. Todo muy southafrican

Graceland no se oye; se escucha y se siente; es un descenso a las minas negras; un mestizaje del pop y los ritmos africanos; un canto al llanto de la opresión; Shosholoza de camino al vientre de la madre tierra; orgullo zulú; homeless por los sin techo que aún así sus penas corean y, no es fácil tropezarse con una copia; [yo] la encontré en una tienda vintage de Long Street en Cape Town y evidentemente no la presto…

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CENTRO DE ESTUDIOS AFRICANOS DE LA ULL

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